Capítulo 33: Ruegos

168 23 6
                                    

Las calles del Callao eran más peligrosas que nunca. Estaban descontroladas. Las noches eran el peor momento del día, para cualquiera que estuviese con vida, ya que podía ser asaltado, secuestrado o asesinado, si no algo peor. Los ultrahumanos de la banda de los salmones aterrorizaban a quien sea que encontraran en su camino. Se habían expandido por todo el Callao a un ritmo imparable, debido a la ausencia de competencia por el control de las calles, haciendo imposible no encontrarse con uno al salir del trabajo o de la casa.

Eso había mantenido ocupado a James, quien era, hasta ese momento, el único capaz de no sólo enfrentarlos, sino también de liquidarlos, y así evitar que cometan sus abominables fechorías.

Usaba un par de horas de su día, por la noche, para darles caza y reducir el número de víctimas afectadas.

Ya todos conocían al chico por el nombre de Silver, nombre al que odiaban y temían a la vez. Irónicamente, James provocaba el mismo efecto en las calles como en el colegio. La diferencia estaba en sus oponentes, quienes definitivamente debían ser ejecutados para asegurar el bienestar de la sociedad. James trabajaba rápido y siempre tratando de ser silencioso, recorriendo las calles como un borrón oscuro y voraz.

Una joven sale de sus clases de inglés, cuando ya está oscureciendo, y sabe lo que eso significa. Apura el paso, tratando de llegar a la parada del autobús antes de toparse con alguno de esos malandros. Susurra algunas palabras, llenas del miedo que tiene en su interior, encomendándose a alguno de los santos de los que es creyente.

Pero ya es tarde.

Ellos la esperan en su destino.

Para cuando se da cuenta, se están acercando a ella, y, cuando intenta retroceder, descubre que la estuvieron siguiendo otros desde algunas calles atrás. Busca algún rincón donde escabullirse, pero no hay escapatoria. Ellos empiezan a reír y a tocarla, ella los intenta apartar. La sujetan y la chica forcejea, impulsada más por el pánico que por el coraje. Si bien es cierto que, para una mujer promedio podría resultar difícil, más no imposible, enfrentarse a un grupo de hombres comunes que la llegaran a acosar, en éste caso la pobre muchacha no tiene oportunidad contra los diez ultrahumanos que la tienen acorralada.

Los malnacidos la someten y la voltean sin esfuerzo alguno, a pesar de que ella grita y forcejea, haciendo uso de cada pizca de fuerza que encuentra en su cuerpo, pegándola contra la pared. Hacen uso de sus manos para tocarla de maneras despreciables, mientras ella cierra los ojos, tratando de huir en su mente de esa horrible situación que le ha tocado vivir, sin que ella se lo mereciera. Piensa sólo en qué sería peor, que la maten una vez terminen de aprovecharse de ella, o que la dejen vivir después de eso. Ambas opciones le producen náuseas, pero son las únicas que puede considerar.

La chica escucha el viento, y siente como si alguien le soplara con mucha fuerza el rostro. Después, un silbido agudo y breve, como el de una sierra eléctrica, y seguiendo a eso, el sonido de carne siendo cortada. Siente líquido tibio mancharla en algunas partes de su cuerpo, mientras el sonido del silbido y la carne cortada se repiten unas cuantas veces. Todos sucede muy rápido, para cuando se da cuenta, las manos ya la han soltado, habiendo apenas roto algunas de sus prendas en el forcejeo previo. Duda un poco, pero decide abrir los ojos, cuando ve aquel espectáculo, piensa que haberlos mantenido cerrados habría sido lo mejor.

Los cuerpos de sus atacantes yacen en el suelo, cercenados tal como uno cortaría una res en una carnicería, segmentados con una precisión quirúrgica, como la que utilizaría algún asesino serial con conocimientos médicos. El líquido que baña su cuerpo no es más que la sangre de esos tipos, lo cual la aterra, pero, aunque intenta gritar, ningún sonido logra salir de su boca.

Los pedazos de carne están amontonados frente a ella, y a unos pasos, hay un joven con algo que brilla a la luz de los faros. Parece un yoyó metálico. El chico viste de negro y, por alguna extraña razón, le produce tanto miedo como los tipos musculosos que hace minutos atrás la estaban atacando.

SoulSilver: Alma Virtual ©Where stories live. Discover now