Capítulo 39: Ataque frontal

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Los noticieros seguían informando, pero James apagó la televisión. Era más que evidente que ningún canal tendría algo más que decir, además de mencionar que no sabían más de lo que la grabación podía ofrecer.

Esto no tenía sentido. El atacar al banco que había sido escogido por la banda podía ser una muy extraña coincidencia, pero haber eliminado a todos, dejando solo a Miguel vivo, podría ser un mensaje para él.

¿Qué fijación tenían sus enemigos en dejarles mensajes a través de la muerte de desconocidos?

—Esmeralda —James regresó a la llamada con la chica —, necesito pedirte algo.

—Ya sé, ya sé, me voy a cuidar, deja de ser tan pesado —La voz de la chica dejaba en evidencia que estaba poniendo los ojos en blanco al otro lado de la línea telefónica —, mejor dime qué demonios era lo que aparecía en la cámara de seguridad.

—Escúchame con atención, la cosa que viste en las noticias es tan peligrosa como un lagarto mutante, gigante y hambriento liberado en Tokio, y lo que menos quieres es encontrártelo, así que necesito que hagas lo que te voy a indicar.

—¡Vale!, ¡ya entendí!, es peligroso, no necesitas la representación gráfica, te escucho.

—Cuando te besé en la mejilla, creé un enlace interneuronal a distancia, para que estemos conectados a nivel mental.

—¿Un enlace de qué cosa... ? —A Esmeralda le avergonzaba que James hablara de ese beso como algo natural o cotidiano, cuando para ella había sido tan memorable.

—Interneuronal, me va a permitir que, cuando tú tengas una reacción o impulso, producto de algún estímulo que consideres una amenaza, yo pueda sentirlo y saber que estás en peligro.

—Sé que te refieres a las neuronas y a la actividad cerebral, pero no entiendo del todo.

—No importa, sólo debes saber que, si ocurre algo malo, tu mejor opción es huir tan rápido como puedas, así yo podré ir a ayudarte.

—¡Ja! Sí, claro, como si eso fuera a suceder... —Aunque la burla era real, una parte de la mente de Esmeralda estaba pensando en lo romántico que sería ser rescatada por James. Llegaba al punto de querer golpearse a sí misma, al menos a la parte de ella que pensaba en esas tonterías.

—Hazlo, de otra manera, no podremos viajar por el mundo...

En ese momento, el tiempo se detuvo para la chica.

—¿Podremos... ? —Las palabras del chico dejaron la mente de Esmeralda en blanco, alojándose en su interior y cubriendo cada rincón con el insondable significado que tenía lo que acababa de decir James para ella.

—Las probabilidades serían nulas si no me haces caso, y lo sabes.

—Vale, tú ganas renacuajo, pero no esperes que te vaya a llamar pronto —La risa de Esmeralda era por emoción, pero la pudo disimular muy bien con la burla.

—Bien, hablamos luego, escamosa.

James miró su plato con galletas al regresar a su habitación, y mordió una con cuidado, para confirmar que su calor se había desvanecido, y con éste, el sabor inicial que habían tenido.

Su única opción, ante tan catastrófica situación culinaria, fue ir a calentar la leche para remojar en ella las galletas. Se sentó en el comedor y las terminó de comer, mientras pensaba en todas las pistas que había obtenido hasta ahora y en los problemas que debía resolver antes de que todo sea irreparable.

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A la mañana siguiente, ya en el colegio, James caminaba entre los pasillos, poco antes de su siguiente clase. Cada persona cerca a él tenía una línea de eventos, y él podía verla. Contemplaba sus orígenes y la dirección que el rumbo de su futuro iba, o podía, tomar. Todos los eventos eran observados por él, incluso los que él había alterado.

SoulSilver: Alma Virtual ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα