Scars

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—Lamento que te hayas tenido que enterar así—miro de reojo a Dan, asiente varias veces pero no responde.

Ha sido así desde que desperté. Me acabo de dar cuenta que llevo una musculosa de Dan, tiene su olor y mis brazos están a la vista justo a mi adicción, me cubro con la manta rápidamente.

La tele está encendida, pero ninguno de los dos está viendo, de hecho creo que los ojos de Dan están clavados en el suelo.

No puedo aguantar más tiempo está situación.

No puedo seguir sintiendo su lástima hacia mi.

Puedo sentir la repulsión que siente al estar junto a mi.

Me levanto de la cama y voy hasta la silla incomoda en la que lleva horas sentado, está mirando mis pies.

—Dan...—murmuro, sus ojos suben un poco más y llegan hasta mis brazos, no puedo seguir viéndolo mirándome así.

Voy hasta su regazo y rápidamente sus brazos están rodeando mi cintura, lo abrazo fuerte.

—Lo siento...lo siento...lo siento—oigo su voz se quebrarse y mis lágrimas comienza caer.

—No es tu culpa, Dan. No hiciste nada—susurro mientras acaricio su cuello. Sus hombros se mueven de arriba a abajo y ahí es cuando me doy cuenta de que él también está llorando, aprieta más fuerte su agarre en mi alrededor.

—Ese es el problema, Alex, no hice nada para evitar que te hicieras eso—puedo sentir la ira en su voz, una de sus lágrimas cae en mi hombro y de pronto siento odio hacia mí, soy la peor mejor amiga del planeta, ¿cómo pude hacerle esto a Dan?—...lo siento, Alexa...lo siento—murmura tan bajo que apenas lo oigo.

La puerta se abre y nuestro pequeño momento de privacidad acaba, levanto un poco la vista para encontrarme con un Adam bastante sorprendido con lo que ve.

Dan sigue escondido en mi pecho, y no ha notado la presencia de Adam.

—¿Está bien?—pregunta Adam quedándose junto a la puerta. Asiento y me tomo un momento para observarlo, está en pijama, sus ojos están rojos y cansados, me da una sonrisa falsa y se va.

Esté es el efecto de Alexa, señores.

Arruinando familias desde el 94.

Provoque las lágrimas de Dan y le quite preciosas horas de sueño a Adam.

Alexa Jenkins, disponible todos los malditos días de la semana para arruinar a tu familia. 24/7, ¡llama ya!

El agarre cada vez más apretado de Dan me hace volver a la realidad, aún me está abrazando y puedo sentir mi pecho húmedo con sus lágrimas.

La última vez que vi llorar a Dan, fue cuando su pez dorado murió, teníamos 10 y 11 años, adorable. Ahora lloraba otra vez, y por mi culpa, genial.

—Dan...¿porqué lloras?—acaricio su cabeza y dejo un beso ahí, recuerdo haber hecho eso con Ryan, pero él es un imbécil microscópico al lado de Dan.

Suspira, levanta un poco su cara y me mira—. Te fallé, cuando me necesitabas no estuve. Pedías ayuda a gritos y yo nunca lo noté. Es difícil tener que aceptar que la persona que más amo en el mundo se estaba haciendo daño a sí misma sólo para escapar de su miseria—ahora la que llora soy yo, lo vuelvo a abrazar más fuerte que antes.

Sonrío—, cuando te pones sensible y llorón, eres mucho más agradable—ríe—, además acabas de confesar que me amas—río un poco.

—Claro que no—escucho la sonrisa en su voz.

—Lo hiciste, Dan, te oí.

Guarda silencio y juega con mi pelo que cuelga por mi espalda, el humor se ha ido y estamos devuelta en nuestro oscuro mundo—. Lo hago, más que a nada en esté mundo.

Mi corazón se acelera considerablemente, pero luego esa sabia voz en mi cabeza, dijo; "como hermanos, Alex, como hermanos".

Desde que me es posible recordar, Dan me ha dicho tres veces que me ama, tal vez no tan directamente, pero lo ha hecho, también se lo dijo a Adam, que es su hermano, así que prácticamente me ama como su hermanita menor suicida.

Me las arreglo para sonreír.

—¿Más que a la pizza?—él ríe.

—Mucho más que a la pizza.

—¿Más que las tetas deformes de Wanda?—arrugo la nariz.

Ríe fuerte—. Nunca amé esas cosas, sólo las utilice para mi propio beneficio y placer—confiesa orgulloso de si mismo, y ahí está el Dan que yo solía recordar, sonrío, lo golpeó en el brazo y me alejo un poco para mirarlo mejor. Lleva su mano hasta mi mejilla—. Te amo más que a la pizza y las tetas deformes de Wanda juntos, haría cualquier cosa por ti.

"Hermanita".

Eso es lo único que le faltó.

Sonrío en respuesta, tratando de ocultar mi molestia ante la situación.

En todos estos años, él nunca me miro de una forma distinta a la que se mira a una hermana, pero, está bien, puedo vivir con eso.

Siempre y cuando él esté ahí y no me deje sola.