scars; 39

7K 362 23
                                    

                                                    39

Dormí más tarde de lo que debía considerando la inesperada visita de Dan, aquí en mi pequeño refugio. Creo tener las cosas más claras y me dirijo a la cocina. Me alegra no tener que encontrarme con nadie, no estoy de humor para dar explicaciones ni nada por el estilo. En momentos como esté me gustaría tener a Maxxie conmigo, hacer estúpideces cerca del lago, quizás ir más allá del bosque como siempre quisimos desde niños, pero él no está, no aquí.

Está bien, necesito alejarme, estar lo suficientemente lejos de Dan, hasta que se vaya. Realmente no quiero hablar con él, siento que no hay nada que hablar, nosotros quizás tuvimos algo, o quizás todo esté tiempo fui yo imaginándo querer tener algo con él. Quizás él sólo se compadecía de su loca amiga suicida, quizás por eso me dejo besarlo, quizás por eso me tomo la mano, quizás...Ugh.

 Vine aquí con la idea de cambiar mi forma de pensar, de volver fuerte para mi mamá, para que mi papá por primera vez se sienta orgulloso de mi. Necesito eso. Quiero que ambos se sientan orgullosos de mi. Estoy aquí por ellos, pero más por mi. 

De un momento a otro siento mucha rabia contra mi abuela. Se supone que ella debería cuidarme, alejarme de los problemas, pero hace todo lo contrario. Deja que los problemas se queden a dormir al otro lado del pasillo. Perfecto.

—Recién saliendo de la cama y ya estás enojada—oigo su risa burlona, sonrío un poco, porque es Maxxie, y no puedo enojarme con él.

—¿Qué tal está todo?—me acerco despacio, me observa.

—Yo debería hacerte esa pregunta.

—Bien—murmuro—. Hazla.

—¿Qué tal está todo?—sonrío. Oh maldito Maxxie.

—Perfecto.

—Esa es mi chica—pasa uno de sus brazos por alrededor de mi cuello y me atrae más cerca. Su olor a campo me relaja. Deja un beso en mi cabeza y se aleja un poco—. Tengo algo que mostrarte.

—¿Puedo ir en pijama?

Sonríe—. Si, puedes.

Tomo su brazo y camino junto a él por largos caminos que nos llevan hasta su casa.

—¿Debería preocuparme por tu extraño silencio?—lo miro con dificultad, los rayos del sol me llegan directo a los ojos. Niego.

—Sólo estoy pensando.

—Algo me dice que debería salir corriendo justo ahora.

Sonrío—. Inténtalo, de todas formas te atraparé. Siempre te atrapo.

—Siempre dejé que me atraparás—me guiña un ojo. Frunzo el ceño hacia él, casi al mismo tiempo mi puño está junto a su cara. Ríe, lo toma y lo aleja—. Está bien, creo que fueron tus piernas las que te ayudaron un poco.

Ruedo los ojos—. Tu ego no te deja aceptar que una mujer te puede ganar en casi todo.

—Puede ser—asiente varias veces. Toma mi brazo fuerte y me detiene, wow, ya estamos en su casa—. No quiero que te asustes, ¿vale?

Asiento repetidas veces aún no muy segura de a qué se refiere. Abre la puerta y me arrastra junto a él, llegamos hacia el comedor que está cerca de un pasillo muy largo que recuerdo haber corrido a toda velocidad en mi infancia. La mesa está cubierta de papeles, carpetas y más papeles. De pronto veo a la mamá de Maxxie sentada a un rincón, bebiendo pequeños sorbos de su taza, sus ojos están perdidos en el suelo. La niña, que hace poco descubrí, se llama Magda, trae en una bandeja para nosotros dos tazas más. Veo en sus ojos miedo, quiero abrazarla, cuidar de ella, protegerla. Nunca había sentido eso por nadie, sólo por mi mamá.

—¿Todo bien Magda?—le sonrío, pero pareciera que con sólo oír su nombre quisiera salir corriendo del lugar. Asiente y se aleja despacio. Vuelvo mi vista hacia la mesa, intentando descubrir qué son esos papeles.

—Bien. Creo que es hora—dice Maxxie con una sonrisa nerviosa. Algo va mal. La mamá de Maxxie se levanta  dejando caer la taza en el suelo. Magda aparece desde algún lugar con una escoba y pala, preparada para limpiar lo que sea que se haya caído. Está niña comienza a agradarme.

Silencio. Sólo se oye a Magda pasar la escoba por el suelo, hasta que la mamá de Maxxie deja escapar un sollozo.

—¿...Maxxie?—observo su mandíbula tensarse.

—Estoy enfermo—sigue mirando al frente, hablándole al viento. Mi mundo comienza a caerse, la mamá de Maxxie abandona la habitación—. Tengo leucemia.

—Max...—cubro mi boca con mis manos y siento toda la habitación moverse, pierdo el equilibrio y caígo al suelo, Maxxie intenta levantarme pero lo dentengo—. No...¿estás seguro?..¿tú?...no—murmuro mientras las lágrimas arden al caer por mi cara. Me levanto y lo abrazo lo más fuerte que puedo. Como si esté abrazo pudiera salvar su valiosa vida. Como si de esté abrazo dependiera si se salva o no.

—Cata.

ScarsWhere stories live. Discover now