22. Antes de partir

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CAPÍTULO VEINTIDÓSANTES DE PARTIR━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO VEINTIDÓS
ANTES DE PARTIR
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Lo arruinaste. Cometiste un error y lo arruinaste, ¿qué harás ahora? ¿A dónde irás, por qué?

Le hormigueaban los dedos cada vez que pensaba en la expresión de Erwin al decirle que se quedaría. Lo arruinaste. Lo arruinaste, ¿qué vas a hacer ahora?

Era difícil no pensar en su desliz mientras regresaba a Trost.

Tenía la cabeza inundada de reprimendas, las palabras de Erwin repitiéndose una y otra y otra vez, sonando más y más como una mala canción que simplemente no tenía fin. Y, con cada palabra, cada sonido, cada sílaba dejando la boca del Comandante, un imaginario cuchillo se le clavaba entre las entrañas y la hoja se le retorcía en ellas, anclando con fuerza el hecho de que había sido dejado atrás.

Félix sabía bien quién había tenido la culpa de haber sido enviado al banquillo así, y aunque toda la culpa era de él mismo, no pudo evitar sentirse amargado por ello. Erwin tenía todo el derecho a regañarlo, diablos, tenía todo el derecho a estar enojado con él y criticarlo de la forma en que lo había hecho, pero aún así. Fue duro, más duro de lo que jamás se habría podido imaginar.

Y Félix era terco en un buen día, desinteresado en uno aún mejor, y por lo general no le gustaba que lo dejaran a un lado de esa manera, pero lo entendía. Y eso también fue doloroso; saber que no tenía a nadie a quien culpar más que a sí mismo. En el camino de regreso a Trost, no pudo evitar sentir que incluso el sol estaba en su contra, todo sonrisas brillantes y radiantes rayos de luz.

La odiaba, una vista tan hermosa, la odiaba.

Se sentía tan solo; cabalgando de regreso a la ciudad solo con Zoro como compañía. Pero incluso el caballo estaba en silencio y el camino, vacío.

Félix se inclinó hacia un lado y miró a través de ojos entrecerrados hacia el sol, abriéndose paso lentamente por el cielo en un tranquilo paseo. Casi quería hacer lo mismo, perderse en el territorio de Rose e ir a ver qué pasaba en el norte. Pensó en la posibilidad de virar lejos de Trost e ir directamente a casa para hablar con su madre, pero decidió no hacerlo; realmente no quería meterse en más problemas y Trost ya estaba a la vista.

Quién sabe qué haría Erwin si, aparte de haber desobedecido otra orden suya, se enteraba de que había cambiado de parecer para irse de paseo.

Cuando el muro volvió a elevarse frente a él, imponente en toda su gloria, Félix alzó uno de sus brazos y lo movió de lado a lado, llamando la atención de los hombres con la chaqueta de la rosa que se hallaban más cerca.

El rostro del otro se frunció un poco cuando lo vio acercarse, pero aparte de ello no mostró ninguna otra señal de prestarle atención. Félix resopló cuando pasó bajo la sombra del gran túnel, y el peso que había ido cargando desde que abandonó a la Legión de repente se hizo más inaguantable.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now