48. Juicios finales

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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHOJUICIOS FINALES━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
JUICIOS FINALES
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De las pocas veces que visitó la Capital, Erwin jamás se imaginó que algún día andaría por esos mismos pasillos esposado, escoltado por varios miembros de la Policía Militar a lo que bien podía ser su día del juicio final.

El patio estaba desierto, solo, vacío. Y cada paso que daban era escuchado en todo el sitio de altas paredes y bellos jardines. Extrañamente, Erwin se sentía muy confiado al andar, como si no estuviera yendo directo a su muerte.

—Ábranla.

Los pilares al costado del camino le dejaron ver que el pasillo terminaba y entraban a uno más oculto, estrecho pero no menos decorado; con pinturas a los costados y muebles recatados pegados a los muros. Los dos sujetos frente a las puertas asintieron una sola vez y las abrieron, dejando que la luz del sol se vertiera sobre él como agua de una cascada. La habitación que se ocultaba tras esas elegantes puertas era digna de un rey.

De altas paredes, blancas y lustrosas que solo conseguían resaltar aún más la luz natural que se filtraba desde detrás de los altos ventanales. La alfombra roja en el suelo marcaba un camino directo a los escaloncillos que servían para llevar hacia la cima de la tarima donde estaban sentados cuatro hombres, todos angulados de una manera en la que pudieran verlo bien. Sobre la tarima, entre los dos ventanales, se hallaba un trono enmarcado por adornos de oro que se alzaban por encima de todos ellos.

El hombre sentado en dicho trono se veía desinteresado, la mueca de un sujeto al que no podría importarle menos lo que estuviera ocurriendo frente a él. Llevaba pantalones y camisa blanca, un cárdigan largo bordeado con hilo dorado.

Y los cuatro hombres, todos ellos distintos y con las mismas expresiones en los rostros; el de la izquierda llevaba un traje, junto a él se hallaba un pastor del Culto de las Murallas. De la derecha, un hombre de gabardina parecida al uniforme oficial de los comandantes y capitanes, y el que se hallaba junto a él, el que parecía tener más autoridad de entre todos ellos, regordete, de saco verde y cabello marrón peinado hacia atrás.

Erwin se dejó caer sobre sus rodillas, su mirada fija sobre todos ellos.

—Erwin, ¿deseas decir unas últimas palabras?

—Perder a la Legión de Reconocimiento significa perder la lanza de la humanidad —comenzó—. Un escudo no nos protegerá del enemigo que se acerca. Necesitamos una lanza.

El hombre más cerca del rey, el regordete del cabello castaño, lo miraba como si hubiera sido personalmente ofendido por Erwin. Se preguntó si quizás aquello incluía una vendetta en su contra un poco más personal, a pesar de jamás haber visto al hombre en su vida.

—Imaginen que atraviesan el Muro Rose. Habrá que evacuar a su población dentro del Muro Sina, pero la última evacuación agotó los suministros de reserva. Solo durarían unos días. En poco tiempo, la gente se vería obligada a pelear para sobrevivir. Habría una guerra civil entre los habitantes de Sina y Rose.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now