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CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO REUNIÓN = EJECUCIÓN ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Entrar a esa sala fue como llegar tarde a su propia ejecución.
Kenny entró como si fuera su casa, abriendo las puertas con ambas manos y dando largas zancadas hacia el interior. La gabardina flotaba tras de él con la brisa que entraba por las ventanas abiertas, y la falta de sombrero parecía ser poco más que un adorno perdido.
La sonrisa que les obsequió a los presentes fue la misma que tendía a usar cuando le gustaba burlarse de él.
—Buen día idiotas, ¿qué hace este comité reunido tan temprano?
Historia alzó una de sus cejas. La sonrisa de Kenny se ensanchó un poquito más, y el hombre se atrevió a hacer una reverencia.
—No me refiero a ti, niña.
Félix se llevó una mano al rostro y suspiró pesadamente, no queriendo tener que lidiar con Kenny siendo un idiota tan temprano y con personas a las que bajo ninguna circunstancia debía insultar.
Mucho menos en esos instantes.
—Ah, el asesino de la Policía Militar —comentó Pixis con ligereza, girando en su silla para observarlos con una sonrisa—. Es un placer al fin conocerte.
Kenny hizo un gesto con su mano restándole importancia y anduvo con confianza hacia una de las sillas desocupadas al otro lado de la mesa, de frente a donde se hallaba el "comité" reunido.
Félix se quedó un segundo más de pie, simplemente buscando la mejor manera de huir en caso de que todo se fuera al diablo.
La habitación era larga, espaciosa, con ventanales de suelo a techo en el muro de frente a la puerta. En el centro había una larga mesa que cortaba la habitación en dos campos de batalla. Historia estaba en la cabecilla de su izquierda, vestida con pantalones negros y una camisa blanca, su cabello suelto. A su lado derecho estaba Zackly y junto a él estaba Pixis, Anka de pie tras él, y después Nile.
Erwin estaba al otro lado, en el izquierdo, con Levi y Hange y por detrás de ellos, Moblit.
Ymir estaba hasta el otro lado de la mesa, a su derecha y más cercana a la puerta, sentada en el lado izquierdo de la cabecilla. La castaña los saludó con un gesto de su mano al verlos ingresar.
Kenny se encogió de hombros y se dejó caer en la otra silla, a la derecha de la cabecilla de frente a ella. El Ackerman se recargó contra el respaldo de la silla y barrió el sitio con la mirada en cuestión de segundos.
