24. La chica del cabello bonito

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CAPÍTULO VEINTICUATROLA CHICA DEL CABELLO BONITO━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO VEINTICUATRO
LA CHICA DEL CABELLO BONITO
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Llegaron a Stohess un poco antes de que anocheciera.

Nada más ver la puerta abriéndose para ellos fue como un duro golpe en la boca del estómago; el dolor viajando desde el abdomen hasta caerle con fuerza en alguna parte de su pecho, asentándose allí con una dureza peor que un puñetazo real.

La fiebre que había comenzado a sentir desde antes de llegar a Trost le permeaba la frente en sudor, y las gotitas le resbalaban por los costados del rostro hasta perderse en su barbilla. La vista le daba un poco de vueltas, también.

Se rehusaba a creer que estaba enfermando.

Malditas sean todas mis decisiones de las últimas veinticuatro horas, fue lo que pensó mientras era escoltado directamente hacia el cuartel de la Policial Militar. Todo a su alrededor se veía tan ostentoso y destruido, vestigios de lo que había ocurrido menos de cinco días atrás cuando Erwin ejecutó su riesgoso plan contra Annie Leonhart en aquella misma ciudad.

Maldito sea ese estúpido titán en ese estúpido muro. El cuartel de Stohess le traía malos recuerdos también; las paredes se sentían frías y secas, y a la entrada del lugar aún recordaba haber despedido a su madre con dulces palabras. Había sido allí donde comenzó su espiral hacia todas las dudas que comenzaron a asaltarlo desde entonces.

Pasaron el patio principal en silencio, con Caven por enfrente suyo y los dos sujetos desconocidos a espaldas de ambos. Félix se tomó el tiempo para examinar el lugar con más detalle; los pasillos estaban limpios, con la alfombra sobre un suelo de madera y los muros tapizados de un rojo oscuro. Tuvo que mirar hacia otro lado porque las náuseas lo atacaron de repente al percatarse de que aquel color era como la sangre.

Se miró las manos, vacías y con pequeñas cortadas; aún podía ver la sangre de Nanaba en ellas.

—Oi, Kaiser —le llamó Caven desde el frente. Alzó la mirada al tiempo que ella les indicaba a sus escoltas que se esfumaran—. Sígueme.

Los pasillos se alargaban, y el mal presentimiento tras sus costillas crecía. Los suelos continuaban siendo de madera y el tapiz, oscuro. Echó un vistazo a sus alrededores mientras Caven y él ascendían por unas escaleras contiguas a una habitación desde la que surgía el hediondo olor de cigarro, y cuya puerta no alcanzaba a cubrir los alborotos de varios oficiales y sus subordinados, todos ellos portando la insignia del unicornio.

Félix arrugó la nariz y echó una mala mirada en la dirección proveniente del hedor. Existían motivos por los que no había escogido la Policía Militar una vez se graduó de la academia, y aunque dichos motivos eran cien por cientos egoístamente suyos, lo cierto es que él no encajaba allí. Su disgusto por los muros y las personas habitando tras ellos siempre fue reforzado durante toda su niñez, con Tomm siendo un niño malcriado y su padre demasiado arrogante y muy cobarde como para comprender porqué estaba mal dar un banquete una semana después de la caída del Muro María en celebración por las cosas buenas por venir.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now