84. Charlas de medianoche

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CAPITULO OCHENTA Y CUATROCHARLAS DE MEDIANOCHE━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPITULO OCHENTA Y CUATRO
CHARLAS DE MEDIANOCHE
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(En el Tratado de Morrison no se hacía ninguna mención acerca de los eldianos; estaba el tratado de libre comercio con aquel territorio al otro lado del océano y estaba la sección que hablaba acerca de Hizuru y la importancia cultural de dicho país. También estaba aquel párrafo que se alargaba casi toda la página acerca de la disposición de cada nación de sanar y traer de vuelta a la vida esa paz que habían añorado, por tanto, tantísimo tiempo, que había sido tomada de ellos por personas crueles que no eran exactamente descritas como monstruos pero que, sin embargo, tu mente los calificaba como tal mientras más leía.

No, los eldianos no estaban mencionados de una manera en la que su existencia fuese reconocida con dignidad y su historia reconocida como algo que podría haber funcionado como un comienzo para muchos de ellos. Morrison había sido el líder de Marley que logró unificar una Asamblea de Paz setenta años después de la caída del Imperio Eldiano, quien logró traer a la vida una unión con distintos países, quien logró lo que en algún momento se creyó imposible. Morrison no era algo cercano a algún dios, o a algún demonio, como se relataba en algunos libros que Félix leyó justo después de que terminó los pocos que existían acerca de lo ocurrido durante la Gran Guerra Titán, en donde había dioses y humanos que se volvían demonios, y cómo uno de ellos volvía a la humanidad al tomar el lado de ellos, no. Para nada. Obviamente que eso sería muy fantasioso, y su mundo ya era demasiado bizarro como para eso ocurriera.

Pero Morrison era un buen hombre, un excelente líder. El tipo de persona al que querías seguir porque te inspiraba a continuar con tu vida de una manera en la que fuera vista como algo digno de a ojos del resto de la sociedad, que te hacía querer cambiar, para bien, para el resto y para ti mismo.

Mierda. Pura mierda, llena de ella. Todo lo que se decía en esos tratados, los países mencionados, los líderes cuyos huesos probablemente ya eran polvo— todos ellos estaban llenos de mierda.

Por supuesto que no habría necesidad de mencionar a los eldianos, a ninguno de ellos; no había necesidad de mencionar los guetos, las zonas con muros altos donde se olvidaban a los errores, construidas dentro de ciudades donde personas de sangre no demoníaca vivían dignamente. No existía razón alguna para hacerlo porque para ellos, incluso entonces, incluso aunque muy poco tiempo hubiera pasado, aunque las heridas estuvieran sanando, incluso entonces nadie quería recordarlos. ¿Qué era eso de cualquier manera? ¿A quién rayos le importaba? Los eldianos, ellos eran el problema.

Ellos y el imperio caído, la ruina que quedó detrás, el héroe que surgió de la nada para volverse un vencedor y darle al mundo la excusa de salir y pelear. Todos necesitaban algo así eventualmente, un motivo y un empujón y solo entonces le darías cara a lo que realmente te atemorizaba.

El Tratado de Morrison era una carta de amor y de amistad para todos aquellos que no llevaran sangre maldita. Hablaba sobre una vida digna e intercambio de culturas, largas amistades en las que abundaban los beneficios, pactos de paz cuyo cumplimiento trajo también la Carta Humanitaria de la Unión; una declaración de libertad, de servitud para consigo mismos, que establecía principios éticos y ponía una orden de cumplimiento, sanciones también que podrían ser llevados a cabo en caso de vulnerar alguna de ellas. (Sonsas promesas que eventualmente se romperían, porque ninguna promesa estaba destinada a ser mantenida.)

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now