87. Un último trato

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CAPÍTULO OCHENTA Y SIETE UN ÚLTIMO TRATO━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO OCHENTA Y SIETE
UN ÚLTIMO TRATO
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Temprano en la mañana hacia frío, los últimos vestigios del verano dando paso a un templado amanecer, la calidez de los rayos del sol disminuyendo notablemente mientras era el aire el que se volvía gélido. No tanto como durante el invierno, pero lo suficiente para que las ráfagas de este le lamieran la piel del rostro y le hicieran despabilar repentinamente.

Félix vio la escalinata de la propiedad de los Tybur a lo lejos, el sonido de sus pies golpeando contra el adoquín con cada trote que daba ahogando el zumbido en sus oídos, una nube de vaho apareciendo frente a su rostro con cada bocanada de aire que dejaba escapar.

Esto se sentía bien. Salir a correr por las mañanas, aunque fuese alrededor del vecindario de los Tybur, ver a los pájaros alzarse en vuelo cuando el sol apenas y se asomaba por encima de las casas vecinas, escuchar sus ululeos, la calle en completa soledad.

Dio otra vuelta, sus músculos protestando cuando se rehusó a detenerse para tomar un respiro, y continuó así por otra media hora hasta que sintió el sudor correrle por la parte posterior del cuello y solo entonces puso rumbo hacia la casa de los Tybur, pasando a un lado de una boutique que abría temprano alrededor de la hora en la que él estaba ya dando sus últimas vueltas.

Una mujer castaña de ojos marrón se detuvo en el umbral de la puerta y lo observó con una sonrisilla en la boca, las mejillas rojizas.

—Buen día mi lord —exclamó, cruzándose de brazos para conservar el calor en ella—. Tardaste más de lo que normalmente tardas.

Félix ralentizó sus pasos hasta detenerse, jadeante.

—Si, bueno... He estado, uhm, incrementando mis tiempos —se encogió de hombros—. Para no perder condición física y todo eso.

Los ojos de la mujer lo recorrieron de arriba abajo, brillosos, la expresión tímida.

—Ya veo —el sonrojo profundizó en sus mejillas cuando Félix se estiró, tronando su espalda y luego se limpió el sudor de la cara con su camiseta—. Yo, uh, espero que tenga un buen día, lord Ackerman.

—Igualmente, señorita Strauss.

Strauss era la familia que manejaba la boutique favorita de Lara. Habían ido allí juntos un par de veces para conseguir camisetas nuevas, o pantalones, o faldas para ella. A veces iba con Fine también, pero era muy rara la vez en la que la niña le aceptara una salida así sin fines de lucro.

Le interesaba más el piano y jugar con sus hermanos menores, todavía no llegando a esa edad en donde la moda fuera una prioridad.

Echó a trotar otra vez, escuchando el pequeño eco que sus pies golpeando el piso causaba en la solitaria calle, aumentando la velocidad poco a poco hasta que estuvo esprinteando todo el camino de regreso a casa de los Tybur.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now