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CAPÍTULO SETENTA Y SIETE SOBRE ESTAR SUMERGIDO Y ASCENDER A LA SUPERFICIE ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Había algo que necesitabas saber sobre Fine Tybur si querías que te escuchara; nunca, jamás, debías tratarla como a una niña, incluso si lo era.
Félix lo había aprendido en su segunda semana en la casa, porque aunque Fine fuera en efecto una niña, en ciertas ocasiones se le veía en el rol de una lady. Podría traer lodo en el vestido, un rasguño en la mejilla y correteaba a sus hermanos alrededor de la casa para poner orden entre ellos, pero en cuestión de momentos podría decidir cambiar y lo hacía, sencillamente y sin rodeos.
Le preguntó acerca de ello una vez, y la menor le había respondido que era lo que se esperaba de ella. Lo que apestaba, en su opinión, pero no encontró manera de debatir en contra de ello cuando Frieda había hecho esencialmente lo mismo, cuando Félix mismo lo haría en caso de. Probablemente.
Así que, él no la trataba como a una niña, no realmente. Trataba de evitarlo tanto como pudiera para no hacerla molestar, claro, pero era difícil cuando la niña era diminuta y algo adorable. Se imaginaba que, de haber Historia crecido con él, así es como ella sería, como Fine actuaba y se vestía y hablaba.
(Recordaba a Frieda siendo así, y cada vez que se movía fuera de esa extraña burbuja en la que parecía refugiarse, habría grietas allí en donde el apellido Reiss trató de tomarla.
Fine las tenía también, y las suyas estaban más abiertas, menos tímidas en echarse de ver.
Ella, al igual que Frieda, necesitaba darse cuenta de que podía ser ambas si así lo quería; la niña pequeña que podía correr con sus hermanos alrededor de la casa, riendo a carcajadas y saltando en el lodo y divertirse, y la pequeña lady que podía actuar correctamente y ser modesta y educada.
No debía sacrificar a una para ser la otra.)
—¡No, no! Así no —la niña rubia meneó sus brazos en el aire e hizo un puchero una vez el sonido del piano cesó de escucharse—. Ibas tan bien…
Félix, con un resoplido, dejó caer sus hombros con resignación y se giró a mirarla con una de sus cejas alzadas.
—No sé si no estás enterada pero es de las primeras veces que toco un piano e intento una melodía, no solo para picar teclas a lo estúpido.
Fine le dio un zape.
—¡Hey! Sin malas palabras o le diré a mi padre.
—Soy un adulto —musitó bajo el aliento—. Tu padre no tiene autoridad sobre mí.
—… Le diré a mi tía Lara entonces.
Félix abrió la boca para discutirle eso pero Fine hizo ese gesto con sus cejas que su madre solía hacer cada vez que buscaba retarlo a volverlo a abrir la boca luego de una regañada, y sabiamente, volvió a cerrarla.
