51. Ser quién eres

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CAPÍTULO CINCUENTA Y UNOSER QUIÉN ERES ━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

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CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
SER QUIÉN ERES 
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Erwin lo encontró fuera del cuartel, sentado en los escaloncillos que daban cara al patio trasero.

El comandante se detuvo junto a él, y por el color de las llamas lamiendo gentilmente las superficies de las cosas, el gesto en su rostro era ligeramente intimidante.

—Félix —incluso su voz sonaba un poquito dura, como si estuviera a punto de regañarlo pero conteniéndose de hacerlo.

Félix, con una ceja alzada, tildó la cabeza hacia un costado y le miró.

—¿Uhm?

Erwin miraba hacia abajo, hacia donde él se encontraba sentado en los escaloncillos del patio, observando los caballos y el titilar de las antorchas siendo movidas por la tenue brisa de la noche.

—No estabas en la reunión —señaló el hombre, descendiendo un par de peldaños—. ¿Por qué?

Se debatió entre sí decir la verdad o mentir, pero mientras más lo miraba, más se daba cuenta de que era necesario decir lo correcto.

Lo correcto y lo real, lo que él realmente sentía.

—Honestamente me da igual —confesó fácilmente y se encogió de hombros—. Por mí, puede llegar a la capital y tragarse a todos si eso quiere. Que se larguen al infierno, engreídos de mierda.

Erwin se quedó en silencio por unos segundos, su respiración lo único que le decía que al menos no lo había ahuyentado aún.

Había una presión en su pecho que parecía querer ahogarlo. Estrangularlo también.

Sus manos aún estaban manchadas de la sangre de Kenny, y el trazo que dejaron los dedos de Caven sobre su hombro seguía intacto.

Había más, claro. Siempre habría más en sus manos que en la de otros, porque Félix no sabía no ser egoísta. No vivía por aquella frase a la que Erwin le daba sentido, no conocía lo que era entregarse por una causa justa, una que se veía y sonaba y era buena, así que la sangre en sus manos comenzaba a perder sentido de la tanta que cargaba.

—¿Te encuentras bien?

Fue lo que el rubio dijo finalmente, y Félix volvió a mentirle.

—Sí, solo… Solo estoy cansado.

Erwin, suspirando, se inclinó hasta poder tomar asiento a un lado suyo. Félix le miró de reojo, una de sus cejas alzadas, y el comandante ladeó el rostro para escudriñarle lo poco que se veía del suyo.

—¿En verdad tenía amenazada a tu madre?

—¿Crees que trabajaría para un imbécil como Rod Reiss voluntariamente?

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now