━━━PRÓLOGO

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PRÓLOGO
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❛ Who does this world belong to? ❜
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❛ Who does this world belong to? ❜━━━━━━━━━━━━

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La boca le sabía a cenizas.

Un rugido en el interior de su cabeza fue lo que lo despertó abruptamente, su frente colisionando dolorosamente contra la pared de roca a su derecha, y las cenizas en su boca cayeron sobre las sábanas como la nieve lo hacía al norte de Rose.

Félix sentía que el mundo se movía más lento, que la adrenalina dentro de su cuerpo no pertenecía por completo al momento en el que se hallaba en esos instantes; en una suave cama, con sábanas cálidas y una almohada ligeramente aplastada por su cabeza. La energía dentro de sí rogaba por ser liberada.

Trastabillando, salió de entre las sábanas y arrastró la ceniza —saliva, es saliva y polvo del techo, por favor date cuenta, es saliva, polvo, polvo y saliva y no cenizas por favor, por favor— por el suelo, sus ojos moviéndose frenéticamente a su alrededor, tratando de comprender donde estaba y porqué, y la niña a su lado ¿a donde había ido? ¡El chico! ¡El chico que estaba sosteniendo entre sus brazos, el chico que sostenía con desesperación y quién le hablaba y le decía y le pedía y casi le rogaba…! Por favor, abre los ojos.

Su respiración era pesada el momento en el que lo hizo, su pecho subiendo y bajando con frenesí, no con adrenalina, pero con la necesidad de meter oxígeno a sus pulmones. Con lentitud, su cuerpo volvió a moverse como si estuviera comandándose solo, tomando una playera a pies de la cama y un pantalón blanco del destartalado sofá en una esquina, sus botas pronto encontrándose puestas en sus pies.

Félix dejó su cabeza descansar contra la madera de la puerta de su habitación, respirando profundamente a través de su nariz, mentalmente contando hasta diez para tranquilizar su acelerado corazón y alejar el ataque de pánico construyéndose en él.

Tras un par de minutos, abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo, quedándose quieto en el medio unos momentos antes de comenzar a moverse hacia donde él sabía que se encontraban las escaleras. Había una duda en su caminar, una diferencia en su mirada, y Félix se maldijo internamente cuando llegó al primero piso solo para encontrarlo relativamente vacío.

El salón principal lucía igual que siempre; vacío, limpio, casi reluciente. Las antorchas en las paredes esperando por ser encendidas parecían ser lo único distinto del lugar, porque la alfombra que Hange había insistido que fuera puesta en la entrada solo invocaba un sentimiento de nostalgia en cualquiera que lo viera.

Había veces en las que Félix soñaba con el, estando de pie en el medio y simplemente observando sus paredes, trazando las grietas visibles en los muros por donde el frío tendía a entrar, contemplando la puerta principal y esperando con ansias que ésta fuera abierta, que alguien entrara por ella y le sonriera, o simplemente lo mirara y le ofreciera uno de esos asentimientos de cabeza que tendían a significar más para ellos que para un civil normal.

Había muchas cosas con las que Félix soñaba, si era honesto.

—¿Félix?

Orbes color esmeralda subieron con rapidez, impactando prontamente contra otras color azul como el cielo, y el pelinegro se enderezó de inmediato.

—Comandante Erwin, buen día.

Su cabello rubio lucía intacto, y aunque sus cejas, gruesas como lo eran, estaban ligeramente alzadas con duda y preocupación en su dirección, Félix forzó el nudo en su garganta hacia abajo, abajo, en donde no pudiera ser descubierto ni causarle problemas.

Pero su cabello rubio estaba intacto, igual que la última vez que Félix había visto al hombre antes de que el Capitán Levi cerrara su ataúd y diera la señal para que comenzaran a bajarlo hacia donde residiría en su muerte. Rubio, intacto, y ausente de todo... Todo eso que había estado allí antes— sangre, cenizas, escombro, su camisa casi rota y un hilillo de sangre corriendo por su barbilla y ¡Maldición Floch, te di órdenes específicas de cuidarlo a él! ¡Se suponía que debías cuidarlo, que debías traerlo de vuelta! ¡De vuelta a !

—Es algo temprano para ti, ¿no lo crees? —las cejas del hombre seguían alzadas, pero una pequeña, cortés sonrisa se extendía por sus labios—. De cualquier manera, ve y toma un desayuno ligero, partiremos en unas horas para el juicio.

—¿Señor?

Félix lo vio pausar, sus ojos alejándose de los papeles en su mano para estudiar su rostro con un poco más de intensidad. Félix tuvo que tragar saliva múltiples veces para alejar el nudo, clavar sus uñas en la palma de sus manos para forzarse a sí mismo a no llorar, bajo ninguna circunstancia.

—El juicio por lo ocurrido en Trost dos días antes, Félix. Ahora ve, enviaré a Hange a buscarte una vez estemos listos para partir.

Un suave apretón a su hombro fue su despedida, innecesaria ahora sabiendo que él estaría partiendo con ellos. Félix permaneció de pie ahí unos segundos, observando la espalda del hombre mientras se alejaba.

La boca le seguía sabiendo a cenizas, pero cuando por fin dió media vuelta y se permitió ese pequeño confort que encontraba en dejar un par de sus lágrimas libres, estas se tornaron rojas, y él lloró sangre.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now