El Olimpo: HADES

4. Primera cita.

El sol brillaba otro día más en Grants. Una nueva oportunidad para enamorar a Jade. Una nueva esperanza en este divertido juego de caza que me encantaba. Cada día me insultaba de una forma diferente. Era gracioso, de haber sido otra persona, ya hubiese descargado mi furia contra ella, mandándola directo al inframundo. Sí, me refiero a que la hubiese asesinado. Pero con esa bella alma las cosas eran tan diferentes. Me gustaba cómo me mandaba directito a la mierda. Me gustaban sus insultos, sus desprecios. Nadie, nunca, lo había hecho antes. Esta era mi primera vez, y lo amaba.

—Ay, no. ¿De nuevo tú? —preguntó ella, caminando a paso veloz junto a su amiga tomada del brazo.

—Hola, guapo acosador —me saludó Lila.

—Hola, Lila — respondí mientras caminaba a su ritmo—. Jade, ¿te parece si te llevo a cenar?

—Estoy ocupada.

—No es verdad, está más que libre —dijo Lila, entrometiéndose oportunamente en la vida de su amiga.

Ella en verdad me agradaba.

—Cállate y camina —ordenó Jade con molestia.

—Alto —dijo la rubia, haciéndonos detener en seco—. Ya me enfadé de dirigirme hacia ti con estúpidos apodos como acosador y perfección andante. ¿Podrías decir tu nombre?

Era cierto.

Ellas no conocían mi nombre, y es que, a Jade en verdad le valía un carajo saber sobre mí. En cambio yo, me desvanecía por un suspiro de su parte.

—Me llamo Ha...

—A nadie le importa —Interrumpió Jade.

¿Lo ven? Un carajo, eso le importaba.

—Déjame adivinar ¿Hanuar?, ¿Amon?, ¿Alexander?, ¿Ha...? —comenzó a decir la rubia de ojo azul mientras seguíamos el paso veloz de Jade.

—Casi le atinas, continúa —dije.

Aún no decidía si inventarme un nuevo nombre.

Las miradas del centro comercial comenzaban a centrarse en nosotros. Era un lugar pequeño, los rumores más que correr, volaban. Yo era alguien nuevo en el sitio y, además de ser muy bien parecido, sólo me veían detrás de una chica que claramente no estaba interesada en mí. O más bien, que fingía no estarlo.

Éramos la sensación del momento.

—Ya está —soltó Jade con fastidio, obteniendo instantáneamente nuestras confundidas miradas—. Te acepto la cena pero a cambio quiero algo.

Una cruel sonrisa apareció en mi rostro sin permiso.

—Te escucho, bombón.

—En primer lugar, que sea la última vez que me llamas así. Sabes que lo detesto. En segundo, y lo que en verdad quiero de ti, es que seas mi voluntario.

Alcé una de mis cejas, necesitaba más información.

—Oh, sólo practicaré un poco contigo. Ya sabes, canalizarte y esas cosas —agregó.

—Bien —Acepté sin más. Lo que fuera, al cabo ella no podría asesinarme si algo salía mal—. A las ocho paso por ti.

De nuevo, una corazonada invadía cada parte de mi ser. Esta sería mi noche junto a ella, estaba seguro. Después de casi dos semanas de ir tras ella las 24 horas del día, parecía que me había logrado ganar un poco de su dura confianza.

O quizá sólo era el hecho de que el repertorio de insultos se le había agotado.

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