7. Estoy enamorado.

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¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Una larga lista de deberes se desplazaba imaginariamente en mi cabeza:

-Ir al Olimpo.
-Ir al Inframundo.
-Arreglar las cosas con Jade.
-Aprovechar el contado tiempo que me quedaba en Grants.
-Lidiar con Hestia.

Sí, era mi hermana favorita y la adoraba. Pero, vamos, ella no me dejaría el camino libre con Jade jamás, sus celos no eran un secreto. Y su arrogante sentido por la moda, mucho menos.

—¿Cómo me veo? —preguntó mientras se medía uno de esos nuevos "outfits" del 2020.

—Bien —respondí cuando realmente nisiquiera le estaba prestando atención.

Claro está, ella lo notó.

—¡Hades!—chilló—. Esto es serio e importante.

—¿Una emergencia de moda?—bromeé, alzando una de mis cejas mientras sacaba de mi boca el humo que generaba el cigarro.

—Exactamente, y...—Se acercó hacia mí, tomó el cigarrillo de mis manos, lo tiró al piso y al mismo tiempo lo apagó con la planta de aquellas costosas zapatillas—. Aquí no puedes fumar.

Mi ceño se frunció con gran molestia.
Nadie se metía con el tabaco en mi presencia.

—Qué demonios, Hestia.

—Dime cómo me veo —ordenó caprichosa, como siempre.

Le miré con seriedad, incrédulo ante dicha pregunta.

—Eres una jodida Diosa, te ves increíble.

Ella sonrió ampliamente.

—¿Mejor de lo que Jade se vería?

En mi rostro se formó una sonrisa apenas visible mientras mis ojos se aferraban a los suyos.

—No quieres escuchar esa respuesta.

Su sonrisa se borró. Luego frunció el ceño y giró en un veloz movimiento, haciendo que su cabello golpeara mi rostro.

—No me agrada esa chica —confesó, volviendo al espejo para observar una vez más el conjunto que usaba, haciendo aquellas poses ridículas de quinceañera.

—No te tiene que agradar a ti. Es mi novia, no la tuya —aclaré, observando la hora en el movil.

Ella rio, corto pero burlesca

—Lo más triste de todo esto es que te la adjudicas como tu novia, cuando en realidad ahora mismo está muy feliz sin ti... y soltera.

☠️☠️☠️

Cuando las odiosas y tediosas compras de Hestia llegaron a su fin, me dirigí a casa de Jade con el único propósito de rogar por una nueva oportunidad.

—Suerte, hermanito —deseó ella, completamente desinteresada mientras se tomaba un par de selfies en su nuevo celular.

Bajé del auto y me dirigí hacia la acogedora entrada de la pequeña casa en la que Lila y Jade se encontraban.

—Hola —pronunció Lila al abrir, apretando sus labios. Se acercó a mí para susurrar—. Sí, mm, creo que ella no querrá verte.

—No me importa, Lila. Quiero hablar con ella.

Suspiró hondo y cerró los ojos con fuerza, como si fuera a cometer un gran pecado al dejarme entrar.

—Si pregunta, yo no te dejé pasar —sentenció en un susurro.

Me dirigí hacia la cocina, allá era donde esa niña conocedora de infinitas palabrotas se encontraba muy concentrada. Picaba un par de champiñones, algo estaría haciendo para comer y eso sí que me interesaba.

El Olimpo: HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora