6. Hestia.

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Atravesé la entrada principal del parque central al punto de la media noche. Observé a mis alrededores y me percaté de que se encontraba casi desierto. Tomé asiento en una de las bancas más arrinconadas y esperé solo un poco, hasta que Hestia apareció a mi costado. Percibí su inconfundible cabello rojizo a largas distancias, así que no me tomó por sorpresa.

—Le prometiste a Hera que irías, pasaron semanas y no fue así.

Suspiré con gran fuerza y giré hacia ella para enfrentarnos cara a cara.

—Eso no significa que he roto mi promesa. Aún planeo ir al Olimpo.

—¿Cuándo, Hades? Ya que todo termine, seguramente.

Estaba molesta, se notaba en su voz, en su reclamo.

—Sólo un poco más. No sean impacientes, hermanas.

—Es por esa chica mortal, ¿cierto? Ni siquiera has ido al inframundo,
el caos alcanzará tu reino también.

—Caronte puede arreglárselas —afirmé con seguridad—. Además, no solo iré al Olimpo por ustedes. Necesito fuerzas para enfrentar a Zeus, porque te prometo que le arrancaré la cabeza en cuanto lo vea.

—No estamos para sus juegos estúpidos, Hades. Tenemos una crisis verdadera. El mundo peligra.

—¿En verdad crees que es un juego estúpido? —respondí con molestia.

Aspiró el aroma de las flores que rodeaban la banca en la que nos encontrábamos sentados con el propósito de tranquilizarse.

—En su momento fue importante, ahora ya no lo es más. Has subido, eso significa que lo superaste. Ya pasaron varios años, y creo firmemente en que Ares y sus malditos planes contra Zeus son mucho más importantes que tu ira por el engaño de tu mujer.

—No es más mi mujer —espeté.

—Afrodita, Apolo y Artemisa siguen desaparecidos —informó—. El resto está en el Olimpo. Tratamos de mantenernos a salvo del ejercito de Ares y evitar que la profecía se cumpla.

—¿En verdad creen que la profecía puede cumplirse?

Yo, sinceramente, estaba incrédulo.

—Ya empezó, Ares la inició. Es aquel que se rebela.

—Ares se ha rebelado toda su miserable existencia, ¿por qué es diferente esta vez?

—Porque nos está atacando directamente. La tierra ya está entrando en crisis sin ellos. Tú estás aquí, y eso a todos nos preocupa. Deberías estar con nosotros o a salvo en el Inframundo.

—¿Crees que Ares puede conmigo? —solté burlesco, levantando una de mis cejas y con la seguridad por los cielos.

—No está solo, Hades. ¡Entiende! No es un juego de niños, esto es serio. ¡Tómatelo como es!

Observé hacia la oscuridad que se postraba frente a mí, allá entre los árboles de las grandes jardineras del parque.

—¿Eros apareció? Hera dijo que no lo habían encontrado.

—Sí, no está en el Olimpo, pero sabemos de su paradero. Intenta buscar pistas para rescatar a Afrodita.

Asentí, aceptando sus palabras.

—Iré, sólo dame unos días.

—¿Podrías quedarte con nosotros?

La súplica en su voz rosó cada parte de mi piel. Detestaba ser débil cuando se trataba de mis hermanas, especialmente cuando la involucrada era Hestia.

El Olimpo: HADESWhere stories live. Discover now