35. El Dios de Dioses

10.1K 903 601
                                    

Atravesé la parte trasera de la cabaña. Me sentí aturdido, me sentí... ni siquiera sabía qué demonios sentía. Poseidón le echaba un par de golpes a Zeus, pero yo... ¿En verdad quería hacerlo? La verdad es que sí, siempre, aún quería despedazarlo y hacerlo sufrir como jamás antes, pero justo en ese momento, todo era diferente.

Tirarme en la melancolía lo hacía diferente.

Aun estando sumergido en mis pensamientos bajo la sombra de aquel enorme árbol, logré sentir cómo la furia que emanaba de la cabaña se desvanecía de manera acelerada, y alcé la vista en consecuencia.

No vi mucho, pero sentí gran sorpresa.

Mi ceño se frunció y transcurrieron algunos segundos antes de que las puertas de madera rechinaran. Las observé y mis hermanas comenzaron a salir una por una, después Poseidón, Zeus y detrás venía...

¿Segury?

Me levanté fugaz y molesto, mis puños se apretaron a los costados y mi quijada se tensó porque este era nuestro lugar.

—¿Qué hace él aquí? —solté con absurda molestia.

—Por fin veo a todos mis Dioses favoritos juntos. —Sonrió jovial.

Observé a mis hermanos y cómo Poseidón se acercaba cada vez más a mí.

—Hades...

Lo aceché con la mirada. Algo sucedía y no me habían dicho aún, par de insolentes.

—¿Qué?—escupí sin gracia.

—Yo quiero, yo quiero, yo, ¡yo!, ¡yo le digo!—soltó Segury con entusiasmo como si estuviese pidiendo la palabra en la escuela primaria.

Solo pude repeler su acción.

—¿Quién carajos le dijo cómo encontrarnos?

—Con esa actitud, cariño, no te diré que Jade está viva.

Mi rostro decayó al escuchar esas palabras. Alterné la vista entre cada uno de ellos, Deméter y Hestia en realidad no mostraban nada, Poseidón sonreía por lo bajo, esperanzado al igual que Hera, y Zeus... bueno, a él solo le afloraba la molestia mientras sus manos descansaban en sus bolsillos porque su plan no estaba saliendo como lo pensó.

Pero regresando a lo verdaderamente importante:

—¿Qué?—articulé con dificultad, sin aliento.

—Rescaté su cuerpo del Olimpo antes de que Ares lo tuviera. Solo hay que esperar a que despierte. —Sonrió el insolente a labios cerrados.

Clavé la vista sobre Zeus y él me sostuvo la mirada tres segundos antes de dar media vuelta y entrar de vuelta a la cabaña.

No me quedaría de brazos cruzados y mucho menos permitiría que huyera de mí cuando yo necesitaba respuestas.

Corrí detrás de él y ya dentro, lo enfrenté.

—¡¿Cómo mierda se te ocurrió semejante estupidez?!

Pronto, el resto entró y se detuvo a mis espaldas.

—Se le llama estrategia, Hades.

No me importó lo cómodo que se veía mirándome con suficiencia. Le aventé un golpe que rápidamente devolvió.

—¡No te atrevas a hacer eso de nuevo!—recriminó con el disfraz de una amenaza.

—¡Ya basta!—Hera se colocó en medio de nosotros una vez más, haciéndonos distanciar.

—Bien. Tú, niño bonito—Segury señaló a Zeus—. Ya puedes decirles la verdad, ella ya está aquí.

Mis ojos se ampliaron, mi pecho brinco con fuerza.

El Olimpo: HADESWhere stories live. Discover now