20. Tierra ciclope.

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Boscoso, húmedo y oscuro. Nos encontrábamos rodeados de árboles y caminábamos entre la maleza. Jade sostenía mi mano con fuerza, sin dejar de ver los alrededores con asombro, temerosa ante cada animal que se cruzaba en nuestro camino. Hestia y Deméter iban a la cabeza, en silencio. Les seguían Hera y Poseidón, ella hacía un par de bromas para tranquilizarlo, pero él no dejaba de verse como un niño de cuatro años emberrinchado. En último lugar, caminábamos Jade y yo, su paso era más lento y, para ser honesto, me encantaba tener ese espacio de privacidad con ella.

—¿Qué le sucede a tu hermano?—susurró, intentando no ser escuchada.

—Digamos que está teniendo un mal momento.

—¿Qué le hiciste?

Mi ceño se frunció salvajemente.

—Yo no hice nada, ¿por qué me incriminas?

—Porque fue directo a golpearte. —Alzó una de sus cejas, juzgándome.

Achiqué la mirada como Dios regañado.

—Pero yo no le hice nada —musité.

Ella se encogió de hombros.

—Solo digo lo que veo.

—Yo besaré lo que veo si no guardas silencio —amenacé con una retadora mirada.

Ella bajó la hermosa curva que formaron sus labios y observó sus pisadas, temiendo dar un paso en falso por aquel incierto camino. Un fuerte ruido se escucho y sentí cómo el miedo la consumió. El resto no le dio importancia, sabíamos que eso significaba que ya nos encontrábamos cerca de nuestro destino.

—Tranquila, son solo los cíclopes.

—Realmente no me consuela, he oído historias sobre ellos.

—¿Ah, si? ¿Como cuáles?

—Que no son muy amistosos con los humanos—dijo, señalándose con astucia.

Reí en corto y la miré, sin detener el paso.

—¿Hablaste con Hermes?

—No importa con quién hablé, importa lo que va a suceder cuando me vean aquí.

—No sucederá nada, por el simple hecho de que vienes con nosotros—aclaré y sujeté su mano con fuerza. Quería darle mi apoyo, mi protección—. Jamás te llevaría a un lugar en el que pudiera sucederte algo.

Más adelante, identifiqué cómo Poseidón echó un fugaz vistazo sobre su hombro. Quería ver a Jade, sus celos eran macabros. Su coraje ya había disminuido, pero la envidia continuaba latente. Él en verdad deseaba estar con Jade y eso no solo me molestaba, me rompía. Era mi hermano y sentía su desdicha. Él no lo merecía y yo tampoco. Zeus, por otra parte, me valía un carajo, pero con Poseidón era diferente. Era ese que siempre te apoyaba y buscaba la manera de arreglar las cosas. Ese idiota que no le importa ser pisoteado mientras tú salieras adelante. Claro, él jamás sería pisoteado, es el maldito Dios del océano, pero si pudiera serlo, no lo dudaría ni un segundo.

Estaba tan sumergido en mis pensamientos, que quizá la cara de estúpido me delató.

—¿Qué te sucede? —preguntó Jade, frenándose y haciéndome frenar a consecuencia.

Negué.

—No tengo nada.

Ella hizo un mohín.

—Deberías tenerme confianza.

Agregué mi mano libre a nuestro agarre.

— Y la tengo, Jade Torrence.

Ella suspiró, no se sentía muy convencida.

El Olimpo: HADESWhere stories live. Discover now