EXTRA 🖤 DOS

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Regalito ! Recuerden que sus votos y comentarios hacen que mi alma se llene de gozo y se ilumine para poder continuar con la siguiente historia de la trilogía que tendrá MUCHO que ver con este capítulo

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Regalito ! Recuerden que sus votos y comentarios hacen que mi alma se llene de gozo y se ilumine para poder continuar con la siguiente historia de la trilogía que tendrá MUCHO que ver con este capítulo.

Que tengan una bonita lectura:

La venganza

2035

Nunca dejaba una promesa sin cumplir, y por fin había llegado el día que tanto esperé por algunos años, años que se sintieron como la mismísima eternidad. En ese enorme edificio, mientras él fumaba un cigarrillo en su corto descanso antes de necesitar atender a más pacientes; aparecí.

—¿Gustas?—preguntó al sentir mi presencia, extendiendo la cajetilla.

—Gracias—pronuncié, atrayendo una asustadiza mirada de su parte. No pude evitar sonreír siniestro— Hola, amigo.

La preocupación invadió cada parte de su ser.

—Te conozco, de algún lugar, yo...—dijo y pausó, recordando. Me observó de pies a cabeza—. No es verdad, no puede ser, tú... tú estás igual...

Continúe sonriendo.

—Mi genética es maravillosa, ¿no lo crees?—tomé uno de sus cigarrillos y lo encendí sin necesitar de ningún artefacto para hacerlo.

—¿Qué buscas?

—Oh, yo... nada —aclaré, admirando la vista del resto de los edificios mientras el sol intentaba ocultarse.

Miedo.

—No puede ser que estes aquí por nada.

—Bien, me has atrapado—alcé ambas manos, sosteniendo el cigarrillo entre mis labios un segundo. Lo tomé con los dedos y expulsé el humo contenido en mis pulmones— . Sí busco algo, y es que, llámame rencoroso o vengativo, pero es que yo en verdad no logro olvidar toda la mierda que le hiciste a Jade.

—¿Jade?, ¿quién es Jade?

Mi sonrisa se borró, y no tanto por él, fue más bien por mí, yo era el culpable de que él no la recordara.

—Sí serás pendejo —murmuré para mí mismo. Sonreí de nuevo y miré al rubio frente a mí—. Verás, Roberto...

—Me llamo Rick.

—Ah sí, soy malo con los nombres. Especialmente cuando me importan un carajo.

—¿Qué haces aquí?

—Ya te dije —mi rostro colmado de seriedad y furia se hizo presente, ocasionando terror en el de él. Debo admitir que lo estaba disfrutando tanto como estar junto a Jade después de tantos años separados—. Haré que te arrepientas de haber sido una basura con personas que no lo merecían.

—Pero yo, no...

Sujeté su bata blanca y lo alcé, caminando con él hacia el acantilado del edificio. Él temblaba, sin lograr explicarse cómo es que yo era tan fuerte y más aún, con el terror en lo mas profundo de su interior porque sus pies ahora colgaban sobre la nada.

—Las personas no son un juguete, cada una de ellas tiene un valor importante, incluso tú, imbécil—gruñí. 

El recordar todo lo que ese asqueroso ser humano hizo, me cegaba.

—Y por eso debes bajarlo, Hades.

No pude evitar poner mis ojos en blanco.

—¿Tú qué haces aquí?—espeté.

—Quería pensar que recordabas que era un día importante y por eso estabas aquí, pero ya me di cuenta de que no.

El enojo que sentía desapareció por completo. 

Carajo. 

Ahora era yo el imbécil dentro de este trío. 

Mientras Rick alternaba la vista entre ambos, el temblor de su cuerpo aumentaba. De un tirón, lo dejé caer hacia el techo y me acerqué a Zeus, quien me veía con mesura, cruzado de brazos.

—¿Y Jade? ¿Poseidón?—pregunté.

—Ellos ya están allá —soltó y logré sentir su espléndida furia.

Apreté mis labios y bajé la mirada mientras mi ceño se fruncía algo avergonzado. Sentí una pequeña onda y al alzar la mirada, él ya había desaparecido.

Eché mi cabeza hacia atrás y al girar, me pude percatar de que el idiota seguía ahí. Observándome como si fuese algo increíble.

Aunque, yo sé que siempre lo he sido.

—¿Qué me ves?—gruñí— Largo de aquí o terminaré lo que empecé.

Corriendo, con los brazos en alto, entró por la vieja puerta de acero inoxidable.

Y yo también debía partir, pero no sin antes vengarme de él, dejando un lindo obsequio en la sala de emergencias: Una mujer a la que atendería por un desmayo injustificado. Cayendo enamorado perdidamente gracias una de las flechas de Eros, mientras ella jamás le daría su atención.

Sonreí.

Amor no correspondido era lo mejor con lo que podías joder la vida de un humano.

Y partí, para llegar ese 24 de diciembre al lugar que nos acogería a todos con el único motivo de recordar la eternidad.

El Olimpo: HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora