14. Confesión.

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Bienvenidos a mi capítulo favorito de esta historia, espero les guste ❤️

•••

Mi perfecta noche imperfecta con Jade terminó. Habían pasado varias cosas en tan poco tiempo, cuando lo único que yo había planeado era bailar un par de canciones y amarla de una manera que aún no lo había logrado.

Pero, bueno... las cosas generalmente no salen como las planeas.

—Buenos días, hermanito. Creí que te perderías un largo tiempo —dijo Hera, aparecienso ansiosa a mi lado y con una gigantesca sonrisa que le adornaba el rostro de forma exquisita.

—¿Qué quieres saber? —gruñí.

Fui directo porque la conocía como a la palma de mi mano.

Ella sonrió con emoción, casi chilló.

—¿Cómo te fue en el baile? ¿Cómo son? ¿Qué se siente asistir a uno?

—Creo que te encantaría ir a uno de esos... si no tratan de humillarte y Ares no manda a su ejercito con el mandato de aniquilarte.

Su sonrisa se esfumó y la falta de aliento se hizo presente.

—¿Qué dices?

Asentí.

—Todo parecía excelente, hasta que Jade fue nombrada la reina del baile y un idiota quiso humillarla frente a todos. Por su puesto, lo puse en su lugar...

—¡¿Lo mataste?! —interrumpió aterrada.

—Claro que no, Hera. Ese imbécil no vale las consecuencias. Sólo lo humillé de vuelta. Aunque, vaya que asesiné a los hijos de puta por cortesía de Ares.

Sonreí al recordar el dolor que les hice sentir antes de acabar con sus patéticas e ingenuas vidas.

—¿Ares sabe sobre la mortal? —inquirió y logré percibir el miedo en su voz.

—Probablemente. —Suspiré con pesadez—. Me preocupa que la dañe.

—Tranquilo, hermano. La guerra no es contra ella, ni siquiera contra ti. Él sólo quiere poder.

—Hoy más que nunca, espero que tengas razón, Hera.

☠️☠️☠️

Las horas pasaron y me aproximé a uno de los grandes balcones del Olimpo para desaburrirme un poco y pensar; pensar en todo. La vista era magnífica, desde ahí se podían ver las luces que irradiaban de la tierra, especialmente en días como hoy, cuando las nubes no estorbaban el buen espectáculo.

Pegué un gran suspiro y sostuve el barandal con fuerza, tratando de tranquilizar mis adentros, al menos hasta que fue imposible. Una vez más, el poseedor de la voz más odiada en el Olimpo, apareció a mi lado.

—En verdad te extrañaron por acá.

No le miré. Apreté el barandal, casi haciéndolo añicos.

—¿Qué quieres?—gruñí con fuerza, reprimiendo las colosales ganas de arrancarle la cabeza.

Él rió.

—Sólo he venido a darte una advertencia, Hades. Tómalo como un obsequio de compasión por haber tenido que sufrir la horrible traición de tu hermano y tu mujer.

Al carajo.

No me quedaría con las ganas y mi puño golpeó fuertemente su rostro.

Su sonrisa nisiquiera se deformó, y eso hizo aumentar mi furia hacia él.

—Te perdonaré este atrevimiento una única vez —aseguró y aquella mirada perversa apareció. Ya no había sonrisa, sólo maldad pura emanando de su cuerpo—. Pero tu querida Jade Torrence será comida fresca para mi ejército.

El Olimpo: HADESWhere stories live. Discover now