.Todavía. Diecisiete de diciembre (2 meses)

15 0 0
                                    

Silencio.

¿Por qué hay tanto silencio?

¿Quién?

¿Qué?

¿Dónde?

Cuando uno mira hacia atrás en su cronología, siempre encuentra algún hito, algún evento, que lo tambalea todo o cambia el transcurso de su existencia, dividiéndose este en un antes y un después. Puede ser una tragedia o algo maravilloso... Pero en cuanto aparece, te hace modificar la percepción que hasta entonces se tenía, y todo acaba formando parte del antes de ese hecho o después de él.

Me desperté con un terrible dolor de cabeza y me percaté de que estaba en movimiento. Mi visión era borrosa y apenas pude distinguir nada más que destellos de luz que impactaban con suficiencia en mis ojos, pero lo que sí sabía es que me encontraba en peligro y que me hallaba dentro de una furgoneta, mi cuerpo tirado en el suelo. Mis movimientos eran totalmente insuficientes y no tuve fuerzas para gritar en ese momento.

Todo a mi alrededor pesaba.

No podía gritar.

Apenas podía moverme.

¿Era así como iba a morir?

Yo había sido cuidadosa, y siempre seguí todas las reglas para ser invisible ante la mirada de desconocidos; bajaba la cabeza, servía las copas sin entretenerme, y cuando iba por la calle caminaba con rapidez. Aunque supongo que si hubiese ido con otras ropas, también sería un posible sujeto en ser secuestrada... Sin embargo, en mi cabeza no puedo parar de escuchar la voz de mi abuela preguntándome qué he hecho.

Me mantuvieron cinco días en ese vehículo, sin agua, sin luz ni alimento.

—¡Déjame ir! —grité antes de que me tirara por las escaleras que llevan a la salida de este lugar.

Mareada y casi sin preaviso, vomité.

Después me desmayé y al despertar y tratar de ver a mi alrededor, una venda estaba puesta ante mis ojos. Mi cuerpo no podía moverse, se encontraba demasiado entumecido como para poder realizar un único movimiento y, una de mis costillas parecía estar rota.

Una nueva oleada de pánico se apoderó de mí.

Una mano fría se colocó contra mis labios secos, y posteriormente me apartó el pelo de la frente.

Por un instante, solo mi llanto interrumpía el macabro silencio.

—Ahora serás mi familia —su voz era ronca y sin emoción—. Y te diré lo que vamos a hacer... Te desataré y limpiaré tus heridas. Vas a desnudarte y voy a limpiarte... Quitaré tu venda y la cinta adhesiva de la boca.

Sus dedos acariciaron mi espalda.

—No puedo moverme —gemí, frustrada.

Me había dado algo.

Tenía los ojos vendados, mis manos se mantuvieron atadas a mi espalda, y un lento latido comenzaba a pulsar en mis sienes.

—¿Vas a ser una buena chica? No quiero hacerte daño todavía.

Todavía.

Todavía.

Todavía.

Todavía.

Ahora estoy atrapada.

Mi secuestrador nunca se deja ver y... tengo miedo.

Mi lengua se pone pesada y espesa en mi boca.

Llevo dos meses encerrada en una habitación... Creí que si conservaba la calma, podría conseguir hablar con él y, así, poder convencerlo de que me dejara ir, sin embargo, lo poco que recibí de él fue el horror más profundo. Después de que transcurrieran las primeras semanas y me percatara que no iba a servir de nada aparentar tranquilidad, me pasé horas gritando, mi corazón martilleando y sin tener el control de mi cuerpo ni el de mi voz. El hombre bajaba cuando al final, sin fuerzas, acallaba mis palabras y me agarraba con extrema fuerza obligándome a perpetrar cosas que yo no quería... Y, posteriormente, me castigaba sin comida.

Quiero dormir, pero me duele la cabeza.

El hombre me obliga a dormir en el suelo duro y aquí hace frío, mucho frío y... Esto me trae muy malos recuerdos.

Se me saltan las lágrimas mientras que siento como mis manos están entumecidas y tengo un nudo en la garganta.

No puedo llorar porque temo a que El hombre me escuche y me pegue. Tampoco puedo evitar dejar de pensar en todas esas historias espantosas que salían en las noticias y que veía constantemente creyendo que jamás me pasaría.

—Si haces algo mal, serás castigada.

Seré castigada.

He sido castigada.

¿Qué soy ante sus ojos? ¿Simplemente alguien a quien torturar? ¿Eso le parece normal?

Me siento en silencio y trato de no conseguir otra dosis de castigo mientras un chorro de agua fría impacta contra mi cuerpo. El corte en mi frente me escuece y de vez en cuando lo veo todo negro, o aparecen una especie de luces destellantes blancas ante mis ojos.

Debo ser buena.

Cierro los párpados con fuerza y deseo que papá me encuentre.


Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now