Capítulo 5. Cartas

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—¿Me harás ese favor?

Suspiro.

—Sí, abuela.

—Bien, Lee, pues acuérdate de mandarme el texto antes de las seis. ¡Ah! Y ponle mucho drama, para que la gente se conmocione... —ruega con un tono de nervio—. Y enfatiza sobre todo en recalcar que es lo peor que has vivido en toda tu vida y que agradeces tener una familia como la tuya que te proteja y te ame tanto. Y si puedes, añade que en los días más oscuros que pasaste ahí, en lo único que pensabas era en mí. ¿De acuerdo?

—Sí.

—Por favor, eh, hazlo por mí. Debo ganar de nuevo la alcaldía... Confío en ti, Lee... Que sí, que eso ya se lo he dicho... —se dirige a su representante—. No, eso no se lo dije... Lee, en el texto también debes explicar alguna de esas experiencias traumáticas que viviste con tu secuestrador. Eso seguro que me hará ganar —dice con orgullo como si lo que yo hubiera vivido durante tres años, hubiera sido un viaje a las Bahamas con todo pagado.

—Eso no lo haré.

—¿El qué no harás por mí?

—Explicar una vivencia.

—No puedes hacerme esto, Lee, no puedes hacernos esto. Debes explicarlo —demanda con un deje que roza lo dramático—. Invéntatelo si quieres pero pon una experiencia. No me defraudes. Me quieres, ¿verdad? Pues... es lo mínimo que puedes hacer —exhala y yo alzo mis cejas—. Tu familia lo hemos pasado muy mal con tu desaparición y esto es lo que te pido para que reparar el dolor que nos causaste.

—Veré lo que hago.

—No me defraudes, no de nuevo... Buenas noches. A las seis de la mañana quiero el texto. Adiós.

Cuelga la llamada y yo tiro el móvil en la cama mientras aprieto mi sien y cierro los ojos.

Es lo mínimo que puedes hacer, Kaylee...

Lo mínimo que puedes hacer.

Me levanto y cojo un bolígrafo y un bloque de hojas para disponerme a escribir y tras varios intentos ya desesperados por hacerlo sin romperme...

Me levanto y cojo un bolígrafo y un bloque de hojas para disponerme a escribir y tras varios intentos ya desesperados por hacerlo sin romperme

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Enjuago mis lágrimas, al recordar lo duro que fue vivir ahí. Así que opto por directamente no entrar en profundidad sobre lo que viví en mis propias carnes para así evitar reabrir una herida que está en proceso de cicatrización.

Tengo la cara cubierta de rojo carmín, y no es porque tenga heridas en ella, sino porque mis manos están manchadas de mi propia sangre. He estado sangrando durante horas.

Rojo carmín.

Caitlyn todavía duerme y, yo, no sé cómo escapar de aquí.

Mi piel duele, mis partes femeninas también lo hacen y mi trasero está en las mismas. Ellos no me quitaron los ojos de encima, todavía los siento sobre mí.

Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now