EPÍLOGO

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Es fuerte, saldrá de esta.

Suelen decir tras vivir un hecho traumático y doloroso que, a fuerzas, te hace sobrevivir o te entierra todavía más.

No, yo no quiero ser la chica a la que le digan esto.

No soy fuerte, solo sobreviví a un hecho que pudo arruinar mi vida todavía más de lo que quizás ya estaba. No es que sea fuerte, es que las condiciones de vida me obligaron a seguir.

Recuerdo lo que pensaba al estar encerrada, como si a veces mi cerebro se torturara a sí mismo para revivirlo en este momento. Ahí estaba la puerta, las escaleras... Y quizás esos días siguen siendo mi presente, para siempre. Logré sobrevivir en ese espejismo de lo que me iba a suceder, teniendo que ser plenamente consciente de lo que ocurría para no perder mi cabeza.

Él siempre estaba allí.

El cerrojo se abría, la venda era colocada en mis ojos y el aroma a flores regresaba a mi nariz como, si de alguna manera, para él yo fuese eso, un ser que capturó igual a como se capturan las flores, que arrancó y decidió alimentar. Nunca dejó cubiertos, tazas o vasos que pudiese usar para defenderme; su casa no dejaba de ser el perfecto lugar en el que jamás nadie miraría.

Odié ese olor.

Todavía lo hago.

Pero no lamento sus muertes.

Tampoco siento dolor o un sentimiento parecido a la pena hacia Drew a pesar de que en ese invernadero donde siguió mi rastro, es donde empezó su obsesión. Tras robarle cintas pornográficas a su familiar lejano Charles, quién los obligaba a contemplarlas sin miramientos, él y Eilán se obsesionaron profundamente con el sufrimiento que veían en el rostro de sus víctimas y, cuando Frank se interpuso y trató de ayudar a su hijo, fue demasiado tarde. Le convenció de que estaba bien, y su padre se lo creyó. Así es como ellos, Eilán y Drew, se acercaron y aceptaron el plan disparatado de Deborah, ya que ansiaban ser las perfectas copias de ese hombre y alcanzar a lo que Charles había logrado.

No, no lamento sus muertes.

Todo lo que ocurrió esa noche, se mantiene algo borroso en mi mente, pero poco a poco se está volviendo nítido, y tras esas pérdidas y la gran revelación, traté de encontrar a mi madre que, misteriosamente, había vuelto a irse de la ciudad. Durante ese tiempo no pude hablar, no tenía energía suficiente para hacerlo y sentí lo mismo que en aquel sótano, el abandono de quien esperaba ver otra vez.

Necesité años de terapia para superar mi pasado. Años en los que volví a sangrar de dolor y miedo por las noches, y años en los que traté de recuperar mi valía y valentía para encontrarme con la niña que una vez fue todo lo que tuve y vi a través de esas paredes, a pesar de que ella ni siquiera sabía quién era yo; durante meses, había sido mi único mundo, y estar lejos de Cait me había hecho sentir vulnerable. No quise estar sola, pero también odiaba sentirme rodeada de gente, como si toda mi vida fuese un espectáculo de un circo.

Pero lo superé.

Ahora puedo gritar.

Puedo sentir.

Puedo llorar.

En algún punto dejé de cuestionarme la vida y darle mil vueltas a todo. Pare de preguntarme qué hago aquí, en este mundo, y empecé a lo que todos llaman vivir. Cogí apenas tres maletas y me fui. Durante años no supe nada de Evan, casualmente él necesitó tanto como yo escapar de su familia y las raíces que lo mantenían atado a ese hogar que tanto nos robó. Con mi llamada, descubrió que a la chica a la que agarraba su madre era yo; él estaba cerca del bar y oyó hablar a su madre con Eilán para decirle que era el momento de mi secuestro, que avisara a Dry y que se preparara para matar a Maya, ella ya no les servía más que para entorpecer sus caminos porque, de alguna manera, incluso supliendo a mi melliza, había llegado a quererme e iba a tratar de ayudarme para salir del sótano. Tampoco volví a saber nada de Jace tras que abandonase New Haven junto a mi madre, pero una vez le oí decir a Jailene que estaba bien y que había recuperado la paz que perdió al morir su madre, sin miramientos al pasado ni recuerdos que yo le podría llegar a traer de la niña de la que se enamoró: Maya. Porque sí, Jace conoció a Maya en persona cuando fue quemada, sin embargo, fue bajo su verdadero nombre, Kaylee —dato que él desconocía y por ello me negó la relación con Maya—. Me contaron que ambos compartieron varios meses de vida antes de que ella partiese y, yo sé bien que Jace jamás estuvo enamorado de mí, sino que vio en mi nombre y en mi rostro aquello que una vez le hizo sentir ella... Y se podría incluso decir que esa historia que compartimos, jamás me perteneció.

Sin embargo, a Evan lo vi de nuevo.

Hola, extraña —me dijo.

Me quedé sin aliento, él me observó con los ojos cargados de amor y alivio.

—¿Qué tal todo? —pregunté.

Me había imaginado miles de veces a Evan pronunciando palabras y, en cuanto lo tuve frente a mí, lo dijo de la forma en que siempre lo había soñado.

—Ahora mismo solo quiero abrazarte.

Fue como si el tiempo no hubiese pasado y, a pesar de que durante años lo que más temí fue a mi familia, ahora lo que más amo es la familia que es él para mí.

—¡Kaylee!

Tengo los ojos fijos en la gran puerta acristalada antes de dar un paso.

Uno.

Solo tres pasos más y estaré fuera, solo tres. Y cinco más y estaré en el coche.

Evan me dedica una sonrisa antes de salir por la puerta para abrir el coche.

Solo tres.

Dos.

Él jamás va a regresar por mí.

Puedo hacerlo.

Y aunque sé que los finales felices solo son para los cuentos de hadas, Dry está muerto, Eilán y Deborah presos y yo a penas estoy al principio de mi vida. Todos escondemos las partes más oscuras de nosotros mismos, e incluso yo tenía una... Ahora ese secreto no solo está en mí, sino que se hallará siempre entre las hijas de la luna, entre nosotros, entre aquellos que alguna vez lo perdieron todo y, aun así, encontraron el modo de volver a vivir, sentir, y también entre aquellos que al perderse, se marchitaron junto con sus palabras.

Diecisiete de noviembre, día en que fui finalmente liberada.

Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now