Capítulo 13. David Beckham

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—Hola. ¿Está la Decana O'Shullivan libre? —pregunto a la secretaria.

—¿Cuál es tu nombre?

—Kaylee Stone.

—Ahora la aviso. Puedes sentarte.

—Gracias.

Sonrío y me siento en una de las sillas de la sala de espera y, después de bastantes minutos, sale junto a Ted.

Él me saluda y sonríe.

—¿Estás bien? —le pregunto a Ted.

Casi no lo conozco, pero siento que es buena persona.

Asiente.

—Sí, ya hablaremos luego.

—Kaylee. Tu turno —dice la Decana O'Shullivan con una sonrisa, dándome paso a su despacho. Ambas entramos—. Estás más delgada... ¿Estás comiendo bien?

—Sí.

—Llevamos varias sesiones y en todas ellas casi no hemos tocado el tema del secuestro. —Traga saliva y se apoya sobre sus codos en la mesa—. ¿Te ves preparada para ello?

Cuando lo menciona, mi corazón late el doble de prisa.

—Siento que uno de mis secuestradores me persigue.

—¿Cómo? —Su boca se abre formando una "o"—. Si te sientes en peligro, sabes que no tienes que dudar en decírmelo.

Frunzo los labios.

—Hace nada, un chico me besó y cuando parecía que yo podía ser alguien normal, vi su rostro. No pude, y me fui y... sigo soñando con ellos.

—Espero no sonar indecente —se disculpa de antemano. Miro un momento mi reloj de pulsera—. ¿Quién es?

—Con Jace. Jace Price —menciono.

—¿Con el hijo del Decano Greene?

Cuando dice eso, me entra un miedo terrible de contarle la verdad...

—¿Es su padre?

¿Y si ellos se llevan? ¿Y si la Decana O'Shullivan le cuenta todo lo que le quiero decir al Sr. Greene y este se lo dice a Jace?

Sé que los psicólogos tienen esa regla de que todo lo que se dice en la consulta, se queda entre esas cuatro paredes, no obstante, la mayoría de veces acaba siendo mentira. Recuerdo que cuando era una niña, mi padre decidió llevarme a terapia para que superara lo de la huida de mi madre, y yo le conté cosas creyendo que eso quedaría entre él y yo, pero la realidad distó mucho de eso. Lo primero que hizo, fue revelarle todas mis confesiones a papá, y él ahogó sus penas de la peor manera. Cuando empecé a ir con Estelle, todos mis temores quedaron descubiertos ante mi abuela y mi padre.

—Lo es, aunque, esto no es importante ahora. ¿De qué tipo de sueño me hablas? —pregunta, mirándome con atención. Yo en vez de responder me agarro a los bordes de la silla. Ella, al atisbarme, se levanta y se acerca a mí, sentándose a mi lado—. Kaylee, puedes confiar en mí.

El realmente confiar es una característica que no tengo muy desarrollada.

Desconfío hasta de mi propia sombra.

—Lo sé —claudico sin sentirlo.

Ella suspira y me coge ambas manos, pero yo las aparto.

No soporto que nadie me toque.

—Juro que no contaré nada. Relájate... Cierra los ojos y respira conmigo. —Me mira ladeando la cabeza y su voz suena muy tranquila y pausada, cosa que hace que sienta mi corazón estrujarse. Hago lo que me dice, mientras noto como me acaricia la espalda—. Coge aire y suéltalo. —Al hacerlo, siento las lágrimas recorrer mis mejillas y mi cuerpo queda sacudido—. Sé que no te gusta que te toquen, pero voy a abrazarte, ¿me permites?

Sin abrir mis ojos, asiento.

O'Shullivan me rodea con sus brazos pasando su mano por mi espalda para calmarme y, este gesto, este simple gesto, me recuerda a mamá. Y aunque no hablo nada durante toda la hora que permanezco allí, parece que me reconforta.

De algún modo, logra sanar.

—Debes aceptar y aprender que los sentimientos más amargos están bien y que llorar, también. No solo las emociones más positivas son buenas. Llorar ayuda a sanar, sentir tristeza es tan normal como lo es estar alegre, Kaylee. Permítete errar. Equivocarte. Sentir miedo. Acéptate tal y como eres con tu pasado y con el futuro que quieres construir... Cuando te veas preparada, yo estaré aquí para escucharte y apoyarte. Recuérdalo. A cualquier hora del día.

—Gracias.

Me levanto de la silla y ella me abraza de nuevo.

—Nos vemos en la siguiente visita.

Me despido y salgo de ahí encontrándome con Ted cerca de la cafetería.

Me mira y se aproxima.

—¿Has tenido una sesión dura? —supone. Me encojo de hombros y él se coloca a mi lado caminando—. Puede parecer que O'Shullivan es como los demás, pero debes creerme cuando digo que es la mejor persona con la que puedes hablar.

Cierro mis ojos sacudiendo mi cabeza para después tocar con nerviosismo mis manos.

—¿Por qué vas a terapia?

—Digamos que vivir en una aldea, ser negro, adoptado y gay hace que seas el blanco fácil de las críticas —dice, frunciendo los labios—. No me aceptaban y mi familia es muy tradicional. A día de hoy les cuesta asimilarlo, y hasta hace poco a mí también me pasaba, aunque, cuando inicié las terapias con la Decana mejoré mucho mi autoestima y me dio un par de consejos que me hicieron abrirme a mis padres y explicarles como me sentía.

Abro mi boca un poco y mis cejas forman una mueca triste.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes. —Sonríe—. No te preguntaré que te sucedió a ti porque claramente se ve que no eres capaz ni de asimilar lo que te pasó... Y la verdad sea dicha, me veo en ti —añade

—Me recuerdas a una amiga —menciono, al sentir como si tuviese a Cait junto a mí—. ¿Qué querías contarme antes? —articulo, cambiando por completo el tema de conversación.

—Ah, sí... El señor Clinton me ha dicho que os dé la enhorabuena a ti y a Jace, porque habéis hecho un trabajo ejemplar.

—Mejor que le den la enhorabuena a Jace porque yo todavía ni sé de qué trataba...

Él me mira y se ríe.

—¿Has caído en los encantos de David Beckham?

Ladeo mi cabeza formando una sonrisa.

—¿David Beckham? ¿Eso no es pasarse?

—Oh, Kayllie, tú no te preocupes, te iré poniendo al corriente de todos los motes que le tenemos mi pandilla a los del equipo de fútbol... Dame algo de tiempo y te revelaré hasta la marca de sus calzoncillos.

Sueno mis mocos y sonrío, sintiendo como la melancolía poco a poco se esfuma.

—Puedes llamarme Lee.

Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now