.Control. Diecisiete de abril (18 meses)

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¿Sospechará alguien del lado oscuro de El Hombre?

Maldita sea, alguien tiene que hacerlo.

Ojalá los humanos pudiesen ver más allá de la fachada exterior y supiesen quién es.

Ojalá yo lo supiese también.

El Hombre se detiene justo en mi rostro y mi corazón se hiela en cuanto me da un beso.

Quiero gritar.

—Shhh, muñeca, recuerda lo que puedo hacerle a Caitlyn si no te comportas... ¿O quieres que te lo recuerde?

Yo ya no pienso en escapar, sino en sobrevivir.

Niego y, haciendo un acopio de todas mis fuerzas, logro levantarme de su cama. Mis piernas se ponen en marcha como si fueran automáticas, o eso creo, hasta que me olvido de contar los pasos.

Quiero decir algo, gritarle, pero no me salen las palabras y, de todos modos, eso solo lo haría ponerse peor.

¿He hecho algo mal? No, no lo creo.

No llores, Kaylee, no llores. Ya no soy una niña pequeña, debo concentrarme, pero hace frío y se oyen pitidos en mis oídos.

Control.

—Eres asquerosa. Todas las mujeres lo sois.

Se abalanza sobre mí para empujarme de nuevo contra el colchón.

No puedo respirar.

Mis párpados se cierran de forma inconsciente y el dolor empieza a crecer de un lado de mi cara hasta extenderse por todo mi cuerpo.

Me está golpeando.

No quiero gritar y darle la satisfacción de mostrar ante el Hombre mi dolor, pero mi corazón golpea con tanta fuerza que es como si él mismo lo estuviese haciendo. Siento lágrimas mojar mis mejillas y el sabor metálico en mi boca, al tiempo que mi piel se siente igual que si me clavasen miles de cuchillos a la vez.

—Tienes razón —claudico, tragando mi propia sangre. El asqueroso eres tú—. Todas lo somos.

Abro los ojos justo a tiempo para atisbar los suyos, el resto de su rostro cubierto por una máscara.

—Es hora de tu ducha, mi muñeca.

Me arrastra a tientas a través de su habitación y, de camino al baño, veo un periódico sobre la mesita de noche con la fotografía de una muy sonriente Caitlyn con el cartel de desaparecida, sus datos más relevantes y un comunicado de sus padres.

La están buscando. Ellos la buscan.

Abre el agua y me desviste, manteniendo mis manos atadas con la cuerda. Me empuja hacia la ducha y el chorro frío cae en mi pelo. Por mucho que una esponja frote mi cuerpo, me siento asquerosa, como si ese sentimiento estuviese tatuado sobre mí.

—Eres asquerosa.

—Chst. No llores, muñeca —sisea.

Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now