Capítulo 24. Vuelta al pasado

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-5 años antes-

Estoy a minutos de celebrar mi cumpleaños.

Hay gentío por todos lados, familiares, compañeros de curso, compañeros de trabajo de mi abuela, gente desconocida y las personas infaltables: los trabajadores de papá y miembros del pueblo que apenas conozco de nada, quienes parecen ser los encargados de mí.

—Te gusta arruinar los momentos —dice mi abuela, acomodando mi estúpido vestido violeta—. Podrías sonreír, al menos, ¿no?

—Y a ti te encanta fingir que me quieres frente a los demás.

—Kaylee, basta. Aquí está la socia de tu padre y, sabes que debemos encontrar con quien casarte.

—¿Has perdido la razón?

No, esto no puede ser real.

—Tu padre se casó con la mujer equivocada, contigo eso no sucederá. Tu matrimonio con este joven está planeado desde hace muchos meses.

Aparto sus manos de mis prendas.

—¿Y también mi muerte?

—La decisión ya está tomada.

Corrí.

Corro sin saber hacia dónde me dirijo, pero no me importa, porque lo único que quiero es estar lejos de esa familia de mierda a la que solamente le interesa el puto dinero. No puedo creer que mi abuela se rebaje a esto... ¿Qué más planea conmigo? ¿Planear un secuestro? ¿Encerrarme para mantenerme a su merced?

¿A los 18? ¿Casarme?

No puedo casarme, y menos con alguien a quien ni conozco.

Bueno, sí, quizás lo vi alguna vez, pero no deja de ser una absoluta locura... ¿En qué piensa mi abuela?

—¿Escondiéndote de mí?

Me volteo, apoyando mi espalda en el gran roble.

Es la primera vez que Evan me dirige una oración completa, y en un instante, él pasa a ser el chico al que odio sin conocer a alguien con quien tengo la sensación de haber hablado toda la vida.

—¿Eso debería?

Sus ojos brillan.

Lo miro de los pies a la cabeza y enarco mi ceja.

—¿Te has escapado de una función medieval?

Lleva una camiseta de botones beige y unos pantalones que, si cualquiera lo viese, tendría una especie de colapso mental.

Se mira a sí mismo.

—¿No?

—Entonces... ¿Ha sido mi abuela quien te ha traído hasta aquí?

—Tampoco —Mira hacia un lado, haciendo que yo también desvíe mi vista—. Mi hermano está con su equipo y me pidieron que lo acompañara. Acepté solo porque estoy en medio de una investigación.

Me cruzo de brazos.

—Ah, ya... ¿Entonces eres detective?

—Podría decirse que sí.

Da dos pasos hacia mí.

—Y si se puede saber, ¿a quién estás investigando?

Coloca su mano a un lado de su boca.

—A mi familia —vocaliza—. ¿No es como que a veces tienes la sensación que los tuyos te ocultan algo?

—¿Como que están tramando algo a tus espaldas y te quieren ver la cara de tonta? Sí, algo así también he sentido. —Alzo mi dedo índice—. Sin ir más lejos, tú eres la prueba de ello.

Dos pasos más.

Cuatro.

—¿Y si te dijera que creo que es algo más turbio? —Abro mi boca—. Chssss —hace el sonido, y se pone el dedo sobre los labios fruncidos—. Sé que tú también lo has sentido. Conozco el dato de tu secuestro.

El cielo es igual que un cuadro, con nubes blancas como la nieve en el fondo azul.

—¿A qué te refieres?

Baja su barbilla.

—¿Necesito decirlo? —Sonríe—. Tranquila, nadie va a saberlo. Juro que esto solo quedará entre tú y yo...

No hay ninguna advertencia, nada que me dé a conocer lo que él iba a hacer. Un segundo está hablándome y en el siguiente, su boca se halla sobre la mía.

Evan me besó.

Mi cerebro empieza a hacer cortocircuitos al momento en que mis labios lo reconocen y, no, no solo es un simple beso; es del tipo húmedo, con lenguas involucradas y profundad. Sus labios son suaves, pero firmes.

Mis manos se congelan a los costados, sin embargo, siento como mi cuerpo se inclina hacia adelante, aunque nuestros cuerpos no llegan a conectar. Evan alza su cabeza de la mía y entonces me doy cuenta de que mis ojos están cerrados y, aun así, puedo sentir su mirada en mis mejillas.

—Me has besado.

—Sí. Eso hice.

Me obligo a abrir mis párpados.

—¿Por qué?

—Lo que me parece más extraño de todo es que no lo reconozcas.

Mi frente se arruga.

—¿A quién?

Su labio inferior es apretado entre sus dientes.

—Ya te lo dije. Sé lo de tu secuestro. Bobby me lo contó.

Asiento, dándome la vuelta.

—Realmente no sé de lo que me estás hablando.

Puedo sentir su cuerpo a mi lado, su brazo rozando el mío. Puedo notar mi propia respiración, oír el latido de mi corazón en el pecho y, por un extraño motivo, me siento aterrorizada de una forma peculiar.

—Yo también fui uno de ellos. —Se queda callado durante un rato, hasta el punto en el que creo que la conversación se ha terminado, pero cuando me doy la vuelta, caigo en cuenta de que hasta entonces había estado sumido en sus pensamientos, decidiendo qué decir—. ¿Acaso no me recuerdas?

Kaylee; Entre Nosotros [TERMINADO] (COMPLETA)Where stories live. Discover now