Capítulo 31 Sonata para Bell

1.4K 171 95
                                    

—¿Sherlock? —llamó John preocupado.

—¿Si? —preguntó sin desviar su mirada de la ventana.

—¿Estás bien?

—¿Por qué habría de no estarlo?

—Sherlock, llevas medía hora así. Ni siquiera has soltado tu violín —Él no respondió. John suspiró—. A todos no duele.

— ¿Doler qué?

—Que Bell se fuera.

—Tarde o temprano tenía que irse —mencionó fríamente.

John suspiró y Sherlock miraba perdidamente por la ventana del living room, teniendo su violín en mano. John le observó por más de media hora. Él lo sabía perfectamente.

—Entiendo que no quieras reconocerlo, pero te conozco. Yo sé que esto te duele.

—¿Por qué habría de dolerme? —Cuestionó con incredulidad—. ¡Oh John! me sorprendes, tantos años y pareces no conocerme.

Otra vez el silencio cayó sobre ellos. El cuerpo de Sherlock pareció volver a la vida, alzó sus brazos acercando su violín al pecho y, tan lenta como delicadamente, afinó las cuerdas. John miró con tristeza y coraje a su amigo. ¡Cuántas ganas tenía de tomarlo del cuello de su camisa y darle un puñetazo en la cara para que dijera lo que sintiera! Pero sabía que era imposible, el gran Sherlock Holmes no tenía sentimientos. 

—Por el amor de

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Por el amor de... —suspiró John— Sherlock, no hay nada de malo en que lo digas, a todos nos pudo. Mary, Molly, la señora Hudson, Thomas, hasta Rosie sintió.

—Todos generaron afecto hacia ella. Supongo que es algo natural que reaccionen así, pero yo no tengo porque hacerlo.

—¡¿En serio?! —Exclamó incrédulo—. ¡¿Ahora me vas a poner en ese plan?!

—¿Cuál plan?

—¡Este, el que no te importa la niña! ¡Tú, quien te preocupaste por ella más que todos nosotros juntos! —Sherlock se mantuvo en silencio. Hastiado John apretó sus labios mientras buscaba controlarse—. Bien —dijo después de unos momentos—, como quieras. Yo no soy nadie para obligarte a expresar tus sentimientos ni nada por el estilo, pero yo sé cómo te sientes Sherlock. Lo sé perfectamente.

El detective siguió inmóvil mirando a su violín.

—No sabes nada.

—Sherlock, solo dime una cosa.

—¿Qué?

—Esa partitura que tienes en el atril —mencionó apuntando—, ¿acaso era para Bell?

El detective dejó caer las manos y, suavemente, volteó a mirar a John. Sherlock se apreciaba sereno.

 Sherlock se apreciaba sereno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora