Capítulo 46 La Melancolía de los Ángeles

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"Aquí tienes un arrullo para cerrar tus ojos, adiós. Siempre fuiste tú a quien desprecié. No siento suficiente por ti como para llorar. Oh, bueno... Aquí tienes un arrullo para cerrar tus ojos. Adiós, adiós, adiós... Adiós"

"Room Of Angel" – Akira Yamaoka.  

~

Una incandescente luz nubló la vista del detective. Este trató de evadir esa luz pero su visión tardó en recuperarse.

—¿Sherlock? —escuchó a la lejanía.

El detective se alzó de donde se encontraba, se ladeó un poco y sintió varias manos sobre su débil cuerpo.

—¡Sherlock ¿Estás bien?!

—¿John? —cuestionó confuso.

—Sí, sí. ¿Te sientes bien?

—Algo... Mareado... ¿Dónde estamos?

—Seguimos en Sherrinford —respondió Mycroft desde un rincón de la habitación.

Sherlock movió su cabeza y distinguió al amargado de su hermano, resopló hastiado y terminó de alzarse de donde estaba. John buscó asistirlo y así logró levantarse.

—Ya sé que seguimos en Sherrinford, genio —replicó furioso. Sherlock recuperó un poco de su visibilidad y vislumbró el lugar—. ¿Cómo llegué aquí?

—A nosotros nos trajeron aquí —dijo John.

—Esta es la celda de Eurus —continuó Mycroft, mientras daba unos ligeros pasos—. Unos guardias nos lanzaron aquí.

—Luego te vimos inconsciente. Pensamos que te había pasado algo —Sherlock colocó una de sus manos sobre si rostro y recordó el golpe que Eurus le proporcionó—. ¿Todo bien? —cuestionó alarmado John.

Sherlock movió su cabeza en su sí.

—¿Y los niños?

—Rosie y Tommy están aquí pero no sabemos dónde, de Bell... —John se detuvo y suspiró terriblemente— nada.

El detective se mostró angustiado, y en ese momento, escucharon como la puerta de ese lugar se abría y pasmados descubrieron al niño Moran. Eric dio pequeños brincos hasta que quedó a menos de dos metros del cristal que los dividía, Sherlock y John no asimilaban al pequeño que tenían en frente.

—Tú deberías estar muerto —soltó severamente Sherlock. John y Mycroft le observaron con grandes y sorpresivos ojos.

—No lo estoy —respondió Eric mientras se encogía de hombros.

—¿Ya conocían a mi amigo? —escucharon al fondo de la habitación. Los tres giraron sobre sus propios ejes y descubrieron una pantalla al fondo de la habitación, descubriendo la imagen de Eurus. La mujer sonrió con descaro.

 La mujer sonrió con descaro

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La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora