Capítulo 42 Mi Corazón Arde

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El resto del bar se rió de él, sólo yo sentí que mi esperanza se oscurecía.
Lo encontraron muerto al día siguiente;
"No más historias sobre él", les oí decir.
Culpamos a la mala suerte por su destino.
Sólo sentí un terror tan grande.

"Hometown" – Joe Romersa.

~

—El gusto es mío, pequeños. El gusto es mío —dijo el señor Worth con una peligrosa sonrisa.

Bell y Tommy le miraron y un escalofrío les recorrido por sus jóvenes cuerpos. El señor Worth era un hombre de estatura promedio, tal vez un metro setenta, o sesenta y nueve. Sus ojos eran dos relucientes gemas castañas, llenas de un brillo cautivador. Su cabello azabache, perfectamente peinado, hacia darle un porte elegante. El señor Worth caminó hacia ellos y su hijo se acercó para abrazarle.

—¡Qué bueno que llegas papá! —clamó, hundiendo su cabeza en su pecho. Eric amaba a su padre.

—¿Acaso me tarde mucho? —sonrió pícaramente, mientras respondía el abrazo de su pequeño.

—No, pero te extrañe. Isabelle, Thomas —llamó mientras volteaba a verles—, él es mi papá.

—Bienvenidos sean a mi hogar, pequeños —continuó mientras extendía sus brazos con inmensa alegría—. Me alegro que mi campeón junte a sus amiguitos en casa.

Ambos niños seguían extrañados; el padre era igual de peculiar que el niño.

—G-gracias señor —respondió Tommy.

—Pero por favor, siéntanse como en sus propias casas. Yo iré a preparar la cena y, campeón, recuerda lo que te he dicho sobre las visitas, ¿sí?

—¡Claro papá! —clamó Eric animado.

El señor Worth, sin borrar su sonrisa, se dio la media vuelta y fue hacia la cocina. Los dos niños no perdieron la vista de él, hasta que Eric los hizo volver.

—¿Seguimos jugando?

—Eric —habló Tommy—, tu papá se me hace conocido.

—¿Ah sí?

—Sí, pero no sé de donde... Se parece a un novio que tenía mi tía.

—Qué raro, mi papá jamás ha salido con nadie —mencionó mientras se encogía de hombros y tomaba el control del televisor—. ¿Seguimos jugando?

Tommy aceptó y retomó el mando del juego mientras que Bell no despegó su mirada del señor Worth, hasta que Eric puso uno de los controles cerca de su rostro.

—¡Vamos a jugar! —exclamó con una gran sonrisa.

Molesta la niña, y aun con Rosie en brazos, tomó el control y se acomodó en el sofá para seguir jugando con los niños.

Una media hora paso, el señor Worth llamó a sus pequeños invitados a la mesa. Eric soltó su control y corrió directo a tomar asiento, Tommy acomodó el resto y Bell colocó a Rosie en su carriola para poder llevarla a cenar. El señor tomó lugar en la silla principal, Eric se colocó a su lado izquierdo; Bell a su lado derecho, juntó a la carriola de la nena y Tommy en la silla adjunta.

—Espero que lo disfruten pequeños.

—¡Vaya papas fritas y barritas de pescado! —exclamó Tommy maravillado.

—Nada como una buena cena inglesa, ¿verdad? —dijo Eric muy alegre. Su padre le sonrió.

—A mí... papá, le gusta esto —mencionó Bell en una voz baja y angustiosa, pero aun así lograron escucharle.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora