Capítulo 43 ¡Cuidado! El Amistoso Extraño

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¡Hola Sherlockians! Antes de que comiencen a leer el capítulo, por favor, miren el vídeo que está acá arribita. Sólo dura un minuto; no importa si no saben inglés, después de verle pueden comenzar la lectura. Muchas gracias.

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— ¡Bien niños! —Exclamó la profesora al momento que encendía la luz del aula—. ¿Qué aprendimos al ver este vídeo?

Todos los niños, veloces ante la cuestión, alzaron sus manos y miraron ansiosos a su profesora. Ella les observaba buscando quién podía resolver su pregunta cuando, al fondo del aula, apreció a uno de sus estudiantes, cabizbajo y sin mucho interés de lo que pasaba en aula.

— Sebastian —Llamó, pero éste le ignoró—. ¿Sebastian? —Todos los niños y niñas voltearon a la par para mirar a su compañero. Al sentir el peso de las miradas, alzó sus ojos y observó a toda la clase—. Sebastian —insistió dulcemente la profesora—. ¿Podrías decirnos que es lo que el vídeo trató de enseñarnos?

El pequeño observó a todos con antipatía, pero su única acción fue suspirar y alzar la cabeza.

— Aburrido —Confesó.

Todos le observaron pasmados.

— ¿Perdón? —cuestionó su maestra.

— Aburrido —repitió—. Todo esto es aburrido.

Algunos de sus compañeros comenzaron a susurrar entre ellos, otros miraban hartado al pequeño pensando cómo podían convivir con él. A Sebastian le importaba poco lo que sus compañeros pensaran de él, nunca les había agradado. La maestra se acercó al pequeño y lo miró intranquila.

— Sebastian —llamó en un susurro—. Cariño, solo quiero que me digas de que trato el video que vimos.

— Que no hablemos con extraños —respondió, casi asqueado.

La maestra no dejó de observar preocupada al pequeño, al final, decidió no hacerle más preguntas. La campana del receso sonó, todos los alumnos huyeron del salón con una felicidad cubriendo sus rostros, excepto Sebastian, quien espero paciente a que todos sus compañeros dejaran de amontonarse en la puerta y poder salir tranquilo a disfrutar su almuerzo. La maestra regresó a su asiento, sin dejar de ver al pequeño, y espero de igual manera a que todos se retiraran del lugar. Cuando Sebastian se alzó de su asiento ella le detuvo.

— ¡Espera un momento Sebastian! —exclamó. El niño se detuvo de golpe, no quería hablar con ella—. Acércate —él obedeció a mala gana—. Cariño, ¿sabes? Últimamente he notado que tu comportamiento es muy brusco —y el pequeño arqueó una de sus cejas, para nada impactado—. ¿Estás bien?

— Si —respondió seco.

Se dio la media vuelta dispuesto para salir del salón cuando la maestra lo tomó suavemente de su muñeca.

— Sebastian —insistió y el niño arrebató su mano de manera grosera—. ¿Es con respecto a tus padres, verdad?

— ¿Qué tienen que ver mis padres? —cuestionó a la defensiva.

— Cariño —llamó la profesora mientras recargaba sus brazos en el escritorio—. Puedes confiar en mí. Sé cómo te trata tu papá, y también he visto como tu madre le teme. Si me cuentas todo, podemos ir a la policía.

Sebastian miró fríamente a su maestra mientras ella esperaba una respuesta. El niño se dio la media vuelta y salió del aula, la profesara suspiró con amargura y esperó a que la jornada escolar terminara.

Una vez concluso el día escolar Sebastian caminaba hacía la salida y notó a su madre. Su indefensa y débil madre con una fingida alegría en su rostro.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora