Capítulo 35 Rebeldes con Causa

1.4K 145 167
                                    

—Esto sí que no me lo esperaba.

Sherlock se mantuvo sonriente mientras que John y Lestrade lucían preocupados ante esta escena; Bell y Elizabeth estaban confundidas ante la situación.

—Señorita Jones —habló Lestrade—, sé que no pedí una opinión hacía ustedes con respecto a esto pero...

—Debió hacerlo inspector —continuó molesta.

—Lo sé señorita pero...

—Pero —interrumpió Sherlock—, como debe de recordar Sarah, usted e Isabelle están en peligro.

Sarah con una ceja arqueada volteó a mirar al detective.

—¿Me está diciendo que un ladrón de figuras de Thatcher es quien está detrás de nosotras? —cuestionó entre curiosa y molesta.

Un silencio incomodo se formó en la habitación. John soltó a la pequeña Bell, se alzó del suelo y se dispuso a romper el silencio.

—Creo que será mejor que hablemos en un lugar más privado.

—Sí, tienes razón John —aprobó Lestrade.

Sherlock y Sarah miraron a los dos hombres con aire despectivo, hasta que, a la sala de estar apareció el dueño de la casa.

—¿Qué sucede aquí?

Ahora las miradas se posaron en él.

—¡Richard —exclamó Sarah— amor, que bueno que llegas! —comenzó a caminar hacia él—. Mira a quien tenemos aquí.

—¿Son Sherlock Holmes y el Doctor Watson? —cuestionó casi impactado.

—Buenas tardes —saludó John mientras extendía su mano. Con alegría y torpeza Richard saludó al doctor.

—¡Buenas tardes! Bienvenidos sean a mi casa, es un honor tenerlos aquí.

—Muchas gracias señor —contestó curioso John.

—¿Y qué es lo que sucede aquí? —preguntó sin contener la emoción.

—Cariño —llamó Sarah con un enorme suspiro—, es con respecto a los bustos de Thatcher.

—¡Oh claro! Ya veo... ya veo.

—Queríamos hablar con ustedes en privado señor...

—Middelton. Pero por favor, llámenme Richard. Y si, sería mejor que vayamos a mi oficina y dejar que las clases de piano prosigan —dijo con una sonrisa mientras miraba a Bell. La niña devolvió la sonrisa y cabeceó haciendo que Sherlock observara confundido, y algo de celos, todo el momento—. Síganos por favor —continuó mientras tomaba a Sarah de la cintura.

El trío comenzó a caminar e Isabelle se despidió de ellos con una sonrisa, con la cual, se dirigió hacia donde estaba Elizabeth, quien aún se mostraba confundida por todo lo que estaba pasando.

—¿Continuamos con las clases? —preguntó alegre la niña.

Elizabeth miró sorprendida.

—Por... por supuesto. ¿Seguimos con claro de luna? —la niña afirmó—. De acuerdo, continuemos.

Elizabeth y Bell tomaron asiento. La pelirroja observó fascinada el cambio de humor en la niña, de la seriedad y falta de interés que tenía, la alegría y la felicidad inundaban su rostro, y eso era una ventaja para ella.

Todos arribaron a la oficina de Richard y este tomó asiento en la silla principal, Lestrade y Sarah tomaron las sillas frente a su escritorio y John y Sherlock se mantuvieron de pie, este último comenzó analizar descaradamente el lugar.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora