Isabelle es una niña pequeña que, por desgracia, presenció el asesinato de su madre. En aquel momento, oyó al asesino mencionar el nombre de Sherlock Holmes. Gracias a ello, emprende su búsqueda para resolver el homicidio de su madre. Isabelle entra...
—¡¡Un brindis por los Watson y su hermosa bebita!! —exclamó Molly alzando su copa de vino.
Todos los adultos presentes; la señora Hudson, el inspector Lestrade, Sherlock quien se encontraba al fondo de la habitación sin despegar la mirada de su celular y los dos pequeños niños, Thomas e Isabelle, alzaron sus vasos de refresco uniéndose al brindis de los adultos. John y Mary contemplaron a sus invitados con enorme felicidad.
—¡¡Salud!!
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El sonido de las copas resonó en toda la sala de la casa Watson. Los adultos dieron el trago a sus copas y los niños a sus refrescos y Sherlock rodó sus ojos. Finalizado el brindis, todos los adultos continuaron con sus pláticas pospuestas y los niños decidieron acercarse al detective, quien les daba curiosidad en saber que andaba.
—¿Qué hace señor Holmes? —preguntó apenado Thomas Hooper.
—Resolviendo un asesinato en Swanage Bay, joven Hooper.
Ambos niños le miraron sorprendidos.
—¿A través de Twitter?
—Por el momento sí. Ya que, si no hubiera sido por la insistencia de Isabelle, me encuentro siendo parte de un evento social el cual, personalmente, no me interesa —Respondió serio. Los dos niños le miraron confusos y Sherlock alzo su mirada con ellos—. ¿Se puede arrestar a una medusa? —preguntó.
—¡Sherlock! —Gritó alegre John mientras se acercaba a ellos—. ¡Oh, Sherlock, Sherlock, Sherlock! Necesito pedirte algo.
—¿Qué?
—Mary y yo queremos que seas el padrino de nuestra hija.
—¿Padrino? —preguntó confundido. Al escuchar aquello Bell y Tommy miraron alegres a ambos adultos.
—Así es. Molly y la señora Hudson van hacer las madrinas y queremos que tú seas el padrino, tú sabes, en la fe.
—Dios no es más que una ridícula ficción, recurso de ineptos que abniegan toda responsabilidad a un amigo invisible e imaginario.
Los tres observaron desconcertados a Sherlock.
—Habrá pastel —confesó John.
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