Capítulo 23 Trastornos Históricos

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—¡Sherlock! —Exclamó la señora Hudson al pie a los escalones—. ¡¿Ya están listos?!

Nadie respondió. En el living room, el detective se encontraba alistando todo para el bautizo, y con eso se refería a arreglar a Bell, ya que se disponía a peinar el cabello de la niña. Si alguien le viera, sabría que era algo inconcebible en él; la imagen de Sherlock Holmes cepillando el cabello de la pequeña Isabelle era algo para registrarse en la historia. Imposible de creer, pero ahí estaba, peinando tranquilamente el castaño cabello de la niña.

Sherlock terminó, dejó el cepillo en la mesa y le entregó una diadema, que combinaba con el color del vestido, y estaba adornado con unas pequeñas flores.

—Póntelo —ordenó.

Ella tomó la diadema y la puso suavemente sobre su cabeza.

—¿Así? —preguntó curiosa.

Sherlock entre cerró sus ojos y observó a la pequeña de pies a cabeza.

—Bien, todo en orden —dijo moviendo su vista para otra parte—. Ve con la señora Hudson, ya bajo.

La niña afirmó con una sonrisa mientras se alzaba de la silla. Dejando el living, Sherlock agudizó sus oídos para verificar que la niña llegará a la planta baja, y al escuchar los halagos de la señora Hudson, se dispuso a realizar una rápida búsqueda. Se acercó a su mesa, en donde yacían todos sus experimentos químicos, tomó una bolsa de evidencias y regresó al living room donde con una gran delicadeza tomó aquel cepillo que contenía varios de los cabellos de la niña. Lo hecho en la bolsa y se dispuso a guardarlo en un lugar seguro.

—¡Bell, luces hermosa! —exclamó la señora Hudson al ver a la pequeña y tomar sus mejillas. Ella sonrió—. No cabe duda que Sherlock tiene buen gusto.

—Sí, todos dicen eso —dijo aún sonriente.

En esos momentos escucharon los pasos del detective quien venía sin despegar la mirada del celular.

—¿Listas? —preguntó.

—Querido, te he estado esperando desde hace dos horas.

Sherlock frunció su ceño.

—¿Dos horas?

—¡Si! Sabes que tengo que llevar el pastel y los postres para la fiesta.

—De acuerdo —respondió como si nada—, será mejor que nos vayamos o se nos hará más tarde.

Sherlock se alistó con su abrigo y los tres se fueron rumbo a la iglesia.

Llegando al recinto sagrado se encontraron con Molly y su sobrino Tommy, quien al ver a Bell, no dudó en decirle lo linda que lucía hoy, a pesar de que sus mejillas se pusieran rojas y temblará de los nervios. Bell agradeció con una sonrisa curiosa y también le dijo lo bien que se veía. La señora Hudson y Molly sonreían con gran ternura al ver a los pequeños. Ellas ya habían notado que Tommy sentía un amor puro e inocente hacia Bell, en cambió Sherlock observó con gran intimidación al pequeño. Desde hacía mucho tiempo el detective había deducido ese "amor"; Thomas no podía negar ser un Hooper. En esos momentos Mary Watson salió para recibir a sus amigos y terminar de preparar lo restante para el bautizo.

Dentro de la iglesia todos se alistaron y guardaron silencio para mantener respeto y que él sacerdote bendijera a la pequeña Watson. Atentos a las palabras del padre, a excepción de Sherlock que en ningún momento había dejado de textear, escucharon el nombre de la pequeña bebé.

—Rosamund Mary Watson —mencionó Mary con una gran sonrisa.

—¿Rosamund? —preguntó Sherlock confuso.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora