Capítulo 5 A mi manera

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—¿Qué esperas? —exigió Sherlock molesto.

—¿Esperar de qué? —preguntó nervioso John.

—A hablar, lo que Mycroft te dijera. No tenemos todo el día.

—¡Pero Sherlock!

—Perdemos tiempo —a modo de canto continuó.

John suspiró desganado y fue a tomar asiento a su sillón. Sherlock le persiguió con su mirada y Bell junto a la señora Hudson observaron a ambos hombres.

—Entonces, ¿tienen información sobre el caso de Bell? —inquirió curiosa la señora Hudson.

—Estamos a punto de averiguarlo —contestó Sherlock a la vez que ponía sus manos bajo su barbilla.

Viendo como tomaba su posición, John suspiró con amargura y comenzó a frotar sus manos, con ciertas ansias, en su pantalón.

—Bien... —dijo serio, deteniendo aquella manía— Pero antes, señora Hudson —llamó mientras volteaba a mirarla—, ¿podría llevar a Bell a la cocina? —pidió con algo de nerviosismo.

—¿Por qué? —cuestionó extrañada—. ¿Acaso es algo...?

Al oír esa pregunta incompleta Bell volteó a verle con extrañez y ella, al sentir la mirada de la niña, guio su vista para descubrir que aquellos ojos marrones preguntaban qué pasaba. No era necesario oír palabras de aquella boquita, esos ojos decían todo y una preocupada señora Hudson volteó hacía con John y Sherlock.

—Muchachos, ¿qué es lo que pasa? —insistió preocupada.

—Muchachos, ¿qué es lo que pasa? —insistió preocupada

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—Señora Hudson... Por favor —rogó John en tono riguroso.

Con un suspiro angustioso tomó de los hombros a la pequeña y le miró con su mejor sonrisa.

—Bell, cariño, ¿qué te parece si vamos a la cocina a preparar comida?

—¿Más? —preguntó casi sorprendida.

Escuchando ese tono en ella, John y la señora Hudson abrieron sus ojos, y veloz el Doctor Watson retomó la vista al reservado de Sherlock. La señora Hudson tomó a Bell de su mano, y antes de salir la niña observó con cierta extrañez a los dos adultos. Una vez solos John observó con toda la compostura que podía a Sherlock, y él demostraba lo molesto que se encontraba.

—¡Bien! —Exclamó John—. En primera, todos estos archivos que tienes de nada te van a servir.

—Lo supuse —contestó sereno.

—En segunda, tu hermano es quien lleva la investigación.

—De acuerdo —continuó, a modo de canto.

—Sherlock, esto es muy serio. La madre de Bell estuvo envuelta en el caso de Rupert Casey.

—¿Rupert Casey? —se preguntó curioso.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora