Capítulo 45 Corazón Maternal

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Yaces ahí, silenciosa ante mí. 
Tus lágrimas, no significan nada para mí.
[...]
Pero ahora, no hay nada que puedas hacer.
Así que duerme, en tu único recuerdo de mí.

"Room Of Angel" – Akira Yamaoka.


~

Los guardias arrastraban a Isabelle y ella impuso sus pocas fuerzas ante ellos pero de nada le sirvió; gritó y pataleó con desesperación pero ninguno de los dos se inmutó. Las lágrimas resbalaban sobre las coloradas mejillas de la niña, quería volver con Tommy y Rosie, quería sacarlos de este lugar pero le era improbable, una misión difícil. Bell apreció como las puertas de un elevador se abrían, los guardias aceleraron sus pasos y al llegar empujaron a la niña hacía el lugar. Ella se tropezó, pero pudo sostenerse de las agarraderas, y al alzar su mirada vio como las puertas se cerraban sin que los guardias fueran con ella. Al estar alzada Bell miró a su alrededor, el escaso espacio del elevador le hizo sentir una presión en su pecho y una respiración trémula provino de sus fosas nasales, casi sintiendo a sus pulmones colapsarse. La pequeña experimentó un cuadro de claustrofobia mientras que su mente se llenaba de culpa por todo lo que había pasado.

El recorrido por el elevador fue eterno para ella, y cuando este se detuvo su corazón también. Las puertas se abrieron y su recibimiento fue la pieza musical de un violín. Salió del elevador, una puerta de acero estaba al frente, nadie le vigilaba. Sus pasos eran pequeños y ligeros, tenía miedo, no quería saber quién se encontraba detrás de esa puerta. La puerta se abrió al sentir los movimientos de la niña, y esta se asustó. El sonido del violín se intensificó y decidió cruzar el umbral para afrontar su nuevo destino.

Una vez dentro la puerta volvió abrirse y la niña contempló una enorme y lúgubre habitación. La música se intensificó y Bell descubrió quien proporcionaba semejante pieza; en medio del lugar, se distinguía una figura femenina con larga y ondulada cabellera castaña oscura, su vestimenta era blanco puro, resaltando en ese horrible lugar; y su violín, un Stradivarius, era quien hacía eco en ese enorme lugar.

 La música se intensificó y Bell descubrió quien proporcionaba semejante pieza; en medio del lugar, se distinguía una figura femenina con larga y ondulada cabellera castaña oscura, su vestimenta era blanco puro, resaltando en ese horrible lugar; y...

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Bell dio pasos pequeños, no quería acercarse, y aquella mujer aceleró las notas de su violín, creando una sinfonía dolosa y asustando a la niña. Detuvo la música, removió su violín y se mantuvo de espaldas.

—Acércate. No muerdo —ordenó con tono amargo.

El cuerpo de la niña comenzó a temblar pero obedeció. Se detuvo a dos metros de un cristal templado que dividía el lugar; Bell leyó los letreros, advirtiendo lo feroz que esa mujer podría ser.

—Ignora los carteles —soltó—. Solo son un adorno.

Isabelle se mantuvo inmóvil, no obedeció. Ante ello la mujer se giró y de una manera fría y calculadora observó a la pequeña.

 Ante ello la mujer se giró y de una manera fría y calculadora observó a la pequeña

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La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora