Capítulo 18 Cuentos para Dormir

1.8K 186 42
                                    

Si a Isabelle le preguntas: ¿Cuál era su mayor temor? Sin pensarlo ella respondería: La oscuridad.

Esa negrura era el peor enemigo de la pequeña de nueve años. Siempre buscó evitarla teniendo algo cercas para que la iluminará pero, dentro de su palacio mental, la cosa era diferente a la realidad. Las veces que Bell se adentraba, le generaban un pánico terrible rodearse por esa oscuridad, en ella lograba que la ansiedad y el pavor se hicieran presentes. Era por ello que la mayoría de las veces trató de evitar acceder, pero Sherlock Holmes se había ofrecido a ser una guía, hacer una luz en ese lugar. Un lugar que poco a poco se alumbraría.

Bell se mantuvo con sus ojos cerrados y respiró agitadamente. La imagen de su madre la había hecho ponerse a pensar en muchas cosas, tantas que no impidió entrar en su palacio mental. Ante ese acto Sherlock y Craig se miró, uno más sorprendido que el otro.

—Viejo, es en serio, ¿qué le pasa a tu hija? —preguntó Craig preocupado.

—Que no es mi hija —respondió el detective con hartazgo.

—¿Sherlock? —interrumpió Bell asustada. Ambos posaron sus ojos en ella, se veía temblorosa.

—¿Isabelle, me escuchas? —la niña afirmó—. Bien, ¿dónde estás?

—No lo sé... Está oscuro... Sherlock tengo miedo —contestó desesperada.

—Calma Isabelle. Concéntrate, solo escucha y sigue mi voz. ¿De acuerdo?

Bell no respondió, lo único que hizo fue mover sus manos en lo que parecía ser una búsqueda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bell no respondió, lo único que hizo fue mover sus manos en lo que parecía ser una búsqueda. Poco a poco movía sus manos con más ansiedad hasta que el temor se hizo presente.

—¡Sherlock! —llamó casi en llanto.

Ante ese llamado el mundo del detective se había cerrado; no hubo tiempo de ponerse a analizar o meditar, así que, tomó una de las manos de la niña y la apretó con suavidad.

—Aquí estoy Isabelle —respondió mientras se hincaba a su lado—. Aquí estoy.

La niña al sentir la mano del detective posó su otra mano sobre la de él y poco a poco controlo la respiración. Craig seguía sin comprender lo que pasaba.

—De acuerdo Isabelle, ¿dónde estás?

Dentro de su palacio, a su lado, Bell miró a Sherlock sosteniendo su mano y mirándole con su clásica seriedad y esperando por una respuesta. Se había controlado, su luz había llegado.

—¿Isabelle? —cuestionó molesto.

—Yo... estoy recordando...

Bien ¿Qué estás recordando?

No contesto. Bell intentó reunir toda la información que pudiese, así que, su mejor opción fue caminar y guiar a su luz en esas memorias. Sherlock sabía que, sea lo que ella estuviese recordando, debía ser importante, debía mantener la calma y esperar un resultado en la niña.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora