Expediente Final: Isabelle Elicia Jones

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Sherlock y John no podían aceptar lo que Mycroft había revelado.

— ¡¿Muerta?! —Bramó el doctor—. ¿Cómo que muerta?

El mayor de los Holmes suspiró.

— Tranquilícese Doctor Watson.

— ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! —Gritó—, ¡Mi hija estaba con Isabelle y ahora...! —se detuvo, formó un puño con su mano y se lo llevó a sus labios, y trató de evitar las lágrimas, por lo que su mente había imaginado.

Sherlock entró en shock; su mente comenzó a forjar las peores historias que pudieron pasar a la pequeña y los demás niños. Cerró sus ojos, buscando evitar las lágrimas, había fallado. El gran Sherlock Holmes había fallado en este caso.

— ¿Sherlock? —escuchó a la lejanía. Abrió sus ojos y, por las torpes lágrimas, miró borroso a su hermano mayor—. Sherlock, por favor, siéntate y déjame terminar.

— ¿Cómo quieres terminar, si ya lo dijiste todo?

— No me exprese bien, hermano mío.

— ¿Ah no? —Soltó con una sonrisa sarcástica, mientras buscaba desaparecer aquellas nefastas gotas—. Acabas de decirme que la niña está muerta, ¿y tienes el descaro en decirme que no te expresaste bien?

— Error mío, quise decir la verdadera Isabelle Elicia Jones.

John movió su vista hacía los Holmes y Sherlock le frunció el ceño.

— ¡¿Qué?!

— Lo que oíste —dijo mientras se alzaba para estar a la par de su hermano—. La verdadera Isabelle Elicia Jones, está muerta.

— ¿Cómo que verdadera? —Interrumpió John—. Mycroft, ya déjate de juegos y dinos, ¿a qué te refieres con ello?

— ¿Tienes al señor conejo? —cuestionó mirando a Sherlock e ignorando a John.

— ¿Tienes al señor conejo? —cuestionó mirando a Sherlock e ignorando a John

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— No.

— Me lo temía.

— Ya escúpelo Mycroft. Hay tres niños desaparecidos y nosotros ya no estamos para tus jueguitos —soltó furioso John.

El mayor de los Holmes miró al Doctor y otro suspiró surgió.

— Temía que este día llegara —dijo con gran pesar—. Te he dicho que tus demonios han venido por ti, cuando los míos también han esperado por mí.

Ambos le vieron preocupados.

— ¿De qué hablas Mycroft?

— Nuestras heridas se han abierto, Sherlock. La sangre nos llama.

John rodó sus ojos, estaba cansado de los juegos de palabras.

— ¿Cómo que nos llama? —insistió preocupado.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora