10.

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Los días pasaron, y nuevas experiencias con Junior también. Desde aquel día que se presentó por primera vez en mi apartamento, comenzamos a salir tanto que perdí la cuenta de las veces que lo he tenido en mi hogar. A veces se quedaba a dormir, otras se iba muy tarde y llegaba de nuevo muy temprano.

Tres meses y medio bastaron para que yo fuera la mujer más ilusionada, cosa que a Estefania no le gustaba en lo absoluto.

—Pero no entiendo, si te llevas bien con él—me quejó mientras me acuesto junto a ella.

Desperté con un ramo de rosas y con una nota de Ashee, desde entonces no he parado de fastidiar con lo ilusionada que estaba con él.

—Y me cae bien, Pau, pero aun así no pienso que deberías estar tan emocionada—responde mientras recuesta su cabeza junto a la mía—De verdad crees que cuando regrese a dar conciertos se acordará de ti?

—Por qué no lo haría?—pregunté triste—Hemos hecho muchas cosas, Estef, diario estamos juntos.

—No sabemos qué piense él.

—No puede ser que en todo este tiempo no sienta nada.

Entonces comencé a recordar lo que ha pasado entre nosotros, como cuando fuimos juntos por primera vez al cine:

—No creo que nadie venga al cine los lunes a las 10 de la mañana, Antonio—dije divertida mientras entrábamos a la sala. Tal y como lo supuse, solo éramos nosotros.

—Pues no, pero así podemos estar solitos, no?—asentí feliz mientras nos sentábamos—Quita esto, nos estorba—dijo mientras quitaba el brazo del asiento que había entre nosotros—Vente para acá—palmeó sus piernas, después tomó mis rodillas y las colocó sobre sus piernas.

—Oye y qué hiciste ayer?—pregunté mientras acercaba mi mano a su barbilla acariciándola.

Comenzamos a hablar tanto, hacernos preguntas y besarnos que preferimos no ver la película. No había nadie que nos callara.

—Eres una tonta—me dijo riéndose para después tomar un puño de palomitas y echarlo en su boca—Qué bonita te ves hoy, dame un beso, no?

Lo besé. Era irresistible, cada que lo veía quería comérmelo a besos. Me parecía el hombre más guapo de todos. El sonido de los créditos y la pantalla en negro hizo que nos separáramos, carcajeamos al notar que no pusimos atención a ni una sola escena de la película.

—Me hubieras dicho que querías hablar y nos hubiéramos quedado en tu departamento, chula.

Sonreí al recordar todo eso, aunque uno de mis recuerdos favoritos con él fue cuando nos emborrachamos juntos en mi casa:

Lo único que se escuchaba en la sala eran nuestras risas y mis golpes en la mesa ya que no podía parar de reír.

—Eres un menso, Antonio—dije aún riendo.

—Es la verdad, admítelo—dijo tomando una de mis manos—Te volviste loca, Pau, recuerdo que cuando te fuiste me quedé asustado.

—Ay, pero tú me hiciste sentir triste—conteste pegándole levemente en el hombro.

Estábamos sentados en la alfombra del suelo, la botella de vino estaba en la mesa del centro junto a la pizza que ordenamos horas antes.

—Además, me pediste tu chamarra, grosero—recordé.

—Fue para molestarte—en cuanto lo escuché comencé a alegrar, a lo que él rio—Escúchame, yo sabía que te buscaría al otro día y te encontentaría.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now