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—¿Qué quieres tomar, mami? —preguntó Junior cuando bajé de las escaleras.

Por fin habíamos llegado y, tal como dijo Antonio, estaba impresionada con lo enorme que era la casa que Junior había rentado. Varios de los chicos ya habían llegado y había muchísima más gente que nunca había visto. La música retumbaba en toda la casa.

Apenas llegamos, subí al cuarto a dejar nuestras maletas y Junior se quedó saludando. Tomé unos minutos tomando valor y mirándome en el espejo.

—Tequila —respondí rápido.

Él me sonrió y puso su mano en mi cintura. Caminamos juntos hacia el jardín y la alberca, donde estaban todos los demás.

—¿Dónde estabas? —dijo Natanael al ver a Antonio, después dirigió su mirada hacia mí—. ¿Es ella?

—La misma —contestó sonriendo, para luego dejar un beso en mi mejilla. Me dio un vaso que, al probarlo, no pude evitar hacer gestos al sentir el tequila quemar mi garganta.

—Desde que me llamó, mi compa no ha dejado de hablarme de ti —se dirigió a mí, sonreí—. Por fin alguien que logró amarrar al Junior.

—Ni modo, me tocó—respondió Antonio.

—Ya solo falta formalizar, pero eso está por arreglarse, ¿no? —preguntó Nata, mirando a Antonio, y yo los miré confundida.

Junior solo asintió y tomó de su vaso.

—Ven acá mejor, mi amor —sentí que me tomó de la cintura para llevarme consigo dentro de la casa—. Qué bien te ves.

Me jaló hacia él y yo crucé mis brazos detrás de su nuca.

—No hay nadie aquí que se vea así de chula.

Me dio un beso y sentí un ligero sabor a tequila en mi boca.

—Hay mucha gente.

—Lo sé, pero cuando tú quieras podemos subir y quedarnos en un cuarto solos —puso uno de mis mechones detrás de la oreja—. Si te hartas o te incomodas, dime.

Asentí sonriendo.

—Qué bien te queda el blanco —dije acomodando su camisa—. Te ves muy guapo hoy.

—Soy todo tuyo, mami.

Me sonrojé y me acerqué para besarlo. Me sentía más en confianza teniendo a Junior pegado a mí, además de que había demasiada gente y nadie estaba poniendo atención en nosotros.

Comencé a bailar en sus brazos pegándome más a él. Cuando sintió mis movimientos, sonrió.

—Estoy muy sensible, no me hagas esto —dijo sonriendo en mi oído poniendo sus manos en mis caderas.

No puse atención en él y seguí bailando. Estaba feliz, me encantaba por fin vivir cosas así con Junior.

—Mami, te he extrañado mucho —dijo escondiendo su cara en mi cuello dejando un beso.

Me estremecí, tomé un poco más de mi vaso sintiendo el tequila quemar mi garganta.

—Pero hemos estado juntos a diario —respondí.

Él se rió sarcástico para, de nuevo, acercarse a mi oído y decir:

—Ya sabes a qué me refiero —me susurró—. Me he estado controlando mucho, pero ya no creo aguantar.

Reí nerviosa al sentir su mano en mi espalda desnuda. La última vez que estuvimos juntos sexualmente fue antes de que nos peleáramos, teníamos meses sin nada. Aunque no era mi culpa, desde el inicio yo intentaba incitarlo, pero él siempre decía que quería ir más lento.

la cherry; junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora