77.

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—Ya, mami, ya —escuché susurrar a Junior mientras tranquilizaba a la bebé y la retiraba de mi lado.

Intenté volver a conciliar el sueño, pero los pasos de Junior por todo el cuarto no me dejaban.

—¿Qué pasa, mi amor? —le decía a la bebé— ¿Quieres comer?

Lo escuchaba arrullarla. Sabía que no quería despertarme, pero de todos modos tendría que levantarme a calmarla.

—Aquí está tu papá.

Los llantos de la bebé no paraban y estaba segura de que Antonio ya había desordenado toda la maleta. Abrí mis ojos, bufé y me levanté.

—Mi amor, no quería despertarte, pero...

Lo interrumpí y tomé a la bebé de sus brazos. Sabía perfectamente lo que tenía y me molestaba que a él no se le hubiera ocurrido revisar su pañal. Llevaba días sin dormir bien, mi humor estaba horrible.

—No pensé en eso.

—Está claro —contesté molesta mientras iba por otro pañal.

—Tu mamá ya se enojó porque la despertamos —le escuché decir a la bebé.

Apreté los labios, conteniendo las ganas de reír, y me dirigí a cambiar a mi niña.

—Vamos a ver.

Terminé rápido, la tomé entre mis brazos y la abracé unos momentos antes de dejarla en sus brazos de nuevo.

—¿Estás enojada?

—No —abrí las cobijas de la cama.

—Sí, estás enojada.

—Que no, Antonio.

Él me miraba con la bebé en brazos, arrullándola. Yo solo me recosté dándole la espalda y cerrando de nuevo mis ojos.

—Sí lo estás —me contestó—. Si quieres, invita a Gabriel a la casa, a ver si así estás feliz.

—Quizás él sí sabría que hay que revisar el pañal de los bebés.

—Pues vete con él si tanto te gusta.

Lo escuché salir del cuarto y comencé a reír por lo bajo. Casi tres años, una hija de por medio y Gabito seguía siendo lo que más celoso ponía a mi hombre.

Esperé unos segundos más y divertida salí de la cama en dirección a buscar a Junior. Lo vi recostado en la sala, con la bebé dormida en su pecho y con una de sus manos en el celular.

—No te enojes, mi amor —me acerqué a él.

Asintió ignorándome.

—Junior —me quejé intentando besarle.

—La vas a despertar —contestó enojado—. ¿Ya te vas con Gabriel o qué?

Carcajeé.

—No seas ridículo, Antonio —dije divertida.

Él estaba totalmente serio.

—Ya te dije, Paula.

Abrí la boca sorprendida.

—Soy la madre de tu hija, grosero, dime mi amor.

—Ve a decirle al otro wey —seguía mirando su celular.

Me recosté en el sillón junto a él, poniendo mi cabeza en la parte libre de su pecho.

—Ya te dije que la vas a despertar —me regañó.

—Ya, mi amor, no te quise gritar —le di un beso en su mandíbula—. Perdóname.

Asintió seriamente.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now