54.

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—¿Ya te vas? —pregunté adormilada a Junior.

Miré por la ventana y ni siquiera amanecía aún.

—Tengo muchas cosas que hacer —respondió.

Me senté en la cama restregando mis ojos.

—¿Qué hora es?

—Son las cinco de la mañana —abrí la boca sorprendida.

—Ven a dormir —pedí tomando su brazo— Puedes tardar un poco más.

Él sonrió levemente y negó con la cabeza.

—No puedo, Pau.

Suspiré.

—Junior, sabes que tenemos que hablar, ¿no? —dije seria— No podemos seguir así.

Me miró fijo y se levantó de la cama.

—Tendrá que ser después entonces.

Bufé y me volví a acostar. Era inútil; esta situación se me estaba yendo de las manos.

—Adiós —lo sentí acercarse a mi cara.

Pedí un beso en los labios, pero fue en mi frente. Regresé a dormir. Estaba frustrada. Se había cumplido un poco más de una semana desde nuestra última conversación. Estábamos más distanciados que nunca.

Junior se iba muy temprano al estudio y llegaba muy tarde. Como hoy, que, por más que intenté esperarlo despierta para hablar, quedé rendida en el sillón.

—Mi amor —escuché en mi oído y abrí los ojos lentamente—. ¿Te voy a subir, sí?

Me levantó en brazos, solo acomodé mi cabeza en su pecho y caminó hacia nuestro cuarto.

—¿Te dieron de cenar? —preguntó y asentí aún adormilada—. Llamé para que te prepararan lo que te gusta.

Sonreí levemente. Cuando sentí que estaba por dejarme en la cama, lo detuve.

—Tenemos que hablar —dije tomando su brazo antes de que me terminara de dejar en la cama.

—Estás muy dormida, descansa mejor, ¿sí?

Negué.

—Llevamos una semana así, Antonio.

—Mañana hablaremos.

Me senté en la cama.

—Es ahora o me iré de aquí —dije molesta—. Esta casa es gigante y me siento abandonada.

—Paula, estoy cansado y tú ya estabas dormida, mejor...

—Perfecto, me voy.

Me levanté enfurecida y comencé a tomar toda mi ropa del clóset. Sentía que me estaba volviendo loca. Antonio veía toda la escena confundido, sin saber cómo reaccionar.

—Ya, Pau —me abrazó por atrás impidiéndome seguir.

Forcejeé y sentí lágrimas salir de mis ojos.

—Déjame —dije intentando soltarme de su agarre.

—Ya, Paula, ya.

Aun conmigo en brazos, nos sentó en la cama. Yo estaba sobre sus piernas. Sentí cómo acomodó mi cabello que estaba pegado en mi cara y limpió mis lágrimas.

—¿Ya pasó? —me preguntó después de unos segundos de intentar calmarme.

Asentí mientras frotaba mis ojos.

—Vamos a limpiar tus ojitos, chula —tomó mi mano sobando mis nudillos.

Se levantó para dirigirme al baño, lo vi tomar una toallita y acercarse para limpiarme la cara.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now