81.

2.7K 223 31
                                    

Después de ver a Junior ponerse pálido de inmediato, él negó con la cabeza.

—Estás mal de la cabeza, Paula —dijo—. Realmente llevas todo al extremo.

—Es lo mejor, Antonio.

—¿Para quién? —preguntó molesto—. Para ti nada más, ahora sí te volaste.

—Pues es lo que quiero, lo siento —dije seria—. Después nos pondremos de acuerdo para saber qué haremos con Mel.

—Pues no, al chile no te voy a dar ningún divorcio —dijo enojado—. Hazle como quieras.

—Es que así tiene que ser.

—¿Por qué, Paula? —preguntó, elevando el tono de voz.

—No se puede estar en una relación sin amor.

Vi a Junior acomodarse preocupado en su asiento.

—¿Tú realmente crees que ya no hay nada entre nosotros? —preguntó—. ¿Realmente se terminó?

Mordí mis labios intentando aguantar las ganas de llorar. Me quedé en silencio.

—Contéstame, Paula —dijo enojado.

—Es que tú siempre estás diciendo que ya no te quiero —exploté todo el sentimiento que tenía dentro.

Junior me miraba sin tener idea de qué hacer o decir.

—Solo dices que ya no te quiero y no sé cómo enseñarte que yo me muero de amor por ti —dije al borde de las lágrimas.

Ahora veía algo en su mirada: tranquilidad.

—Pero entonces, ¿por qué te quieres divorciar? —me habló más suave, puso una mano en mi mejilla.

Lo miré y me solté a llorar.

—Las hormonas me tienen mal y yo no sé cómo manejar todo —sollocé—. Yo también quiero volver a sentirme como una adolescente enamorada, pero entre Mel y nuestros problemas, no sé cómo actuar.

—Pues yo estoy aquí, mi amor —se acercó para abrazarme—. Tómame como apoyo, deja de verme como algo ajeno a ti, te he rogado que me veas.

Seguí llorando.

—¿O de verdad quieres que nos divorciemos? —me preguntó, limpiando mis lágrimas.

Negué.

—Por mucho que te ame, si ya no estás cómoda en esto, no hay problema, chula, nos divorciamos.

Volvió a negar rápidamente mientras me separaba para mirarlo.

—Solo estaba muy enojada por todo —contesté—. Y me alteré demasiado al escuchar a esa chica.

Junior rió levemente.

—¿No confías en mí o qué, chula? —pasó mi cabello detrás de mis orejas.

—No es eso, pero todos hacemos tonterías cuando estamos borrachos y enojados, así como estabas tú, creyendo que no te quiero —limpié mis mejillas.

—¿Tú crees que yo sería capaz de fallarles a los dos amores de mi vida?

Alcé las cejas.

—Pues la chica estaba muy guapa, yo me lo pensaría —Junior carcajeó.

La verdad es que confiaba mucho en él, no tenía ni una sola sospecha de algo.

Aunque, por supuesto, chequearía las cámaras después.

—Nunca, nunca, mi vida —me tomó en brazos, sentándome encima suyo—. Solo necesitaba despejarme para no explotar.

Me dejé abrazar y suspiré derrotada.

—Ya no podemos solucionar las cosas igual, tenemos una bebé —dijo, después de dejar un beso en mi cabeza—. No te puedes dejar llevar así.

Asentí.

—Aunque mi parte favorita eran nuestras peleas adolescentes —dije mientras limpiaba mi nariz—. A veces me gustaría regresar.

—A mí también, chula —puso sus manos en mi cadera—. Aunque lo que tenemos ahora, me encanta. Me encanta mi vida.

—¿Sí? —asentí.

Me acurrucé más en él.

—No pensé que alguna vez volvería a sentir celos por ti —dije mientras escondía mi cabeza entre su cuello—. Te quería ahorcar cuando escuché la voz de esa chica.

—Hasta en pijama fuiste por mí, mami —reímos.

Después de unos segundos, me separé de su abrazo para verlo a los ojos.

—De verdad crees que no te quiero?

—No es eso, pero todo ha cambiado mucho —contestó—. Hace mucho que no nos sentamos a hablar solo tú y yo.

Tenía razón. No recordaba mi última conversación profunda con él. Las últimas semanas de embarazo apenas y estaba despierta dos horas seguidas. Después nació Mel y todo se complicó.

—Antes despertábamos y durábamos horas en salir de la cama porque no queríamos dejar de abrazarnos —continuó—. No recuerdo cuál fue la última vez que te abracé por más de diez segundos.

Mordí mis labios evitando llorar.

—Te estás aburriendo de lo nuestro?

—No, mi cielo —aclaró rápido y tomó mi cara entre sus manos—. Solo me da miedo que lo nuestro esté muriendo y no nos demos cuenta.

Negué con la cabeza.

—Yo te sigo amando como siempre, nada ha disminuido, te lo prometo —dije para después abrazarlo de nuevo.

Y entonces mis ganas de llorar salieron.

—Me pone muy triste que pienses así porque yo jamás he dejado de sentir que estás muy enamorado de mí.

—Yo estoy seguro de que me amas, Pau —dijo en mi cuello—. Solo hay que solucionar esto, no ignorarlo.

Asentí limpiando mis lágrimas. Me separé de él y lo miré a los ojos.

—Perdón, mi amor —pedí, lo más sincera que pude ser—. Te amo, te amo, eres el amor de mi vida.

—Tú eres el mío, mi corazón.

Comenzamos a besarnos, por cada pequeño beso le decía un te amo. Como si quisiera reponer todo lo que no le he dicho en estos meses.

—Sabes que también hemos dejado mucho de lado? —preguntó sin separarse de mí.

—¿Qué?

—Tengo mucho sin estar dentro de ti.

Sonreí entre el beso y asentí. Sentí su mano meterse por debajo de mi blusa.

—Creo que así puedes compensar mucho, mami.

Asentí. Continuamos besándonos mientras todo subía de tono.

—Pau, ¿y la niña? —me preguntó sin separarse aún.

—¿Qué niña? —metí mi mano bajo su camisa.

—Pues nuestra hija —respondió divertido.

Y entonces me detuve y abrí los ojos.

—Mierda, ya hay que entrar a la casa —dije espantada—. La dejé dormida.

Junior empezó a reír y asintió.

—Vamos pues, mami.

Sonreí.

—Pero tú me debes algo, eh.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now