86.

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—Vámonos, mami —le di un beso en el cuello—. Ándale, ya fue mucho estrés aquí.

—Es el cumpleaños de mi mamá, ¿cómo me voy a ir?

—Me molesta tener que estar aguantando que te traten mal —respondí—. Vámonos, voy a llevar a cenar a mis dos amores.

Sonrió con los ojos llorosos. Me reservaba las groserías solo porque eran sus familiares quienes la habían hecho sentir así.

—Todavía puedo aguantar aquí, mi amor —besó mi barbilla—. Mientras tú estés aquí, yo siempre puedo aguantar.

—Mi chula hermosa —tomé su cara para llenarla de besos—. Vamos, entonces, pero te quiero firme.

Asintió.

—¿Sabes por qué están tan enojados? —me miró esperando respuesta—. Porque a nadie se le podría ver ese vestido así de bien.

—¡Pensé que ibas a decir algo en serio!

—De verdad, mi amor, te ves riquísima.

Rodó los ojos sonrojada.

—Shh, está Mar aquí.

Carcajeé.

—Tonta.

La tomé para besarla, posicioné mi mano en su nuca jalando levemente su cabello. Bajé la otra mano a su pierna desnuda por la abertura de su vestido.

—¡Ey! —me dio un manotazo.

—Ándale —insistí—. Rápido.

—¡Está Mar aquí!

—Ay, Paula, pues rápido la voy a dejar en el cuarto otra vez —dije al verla dormida.

—Para que ahora sí me linchen entre todos —reí—. Vamos, más tarde puede ser.

Suspiré y asentí. Con cuidado tomé a Mar, la cubrí con la cobija y regresamos a la fiesta.

—¿Quieres pasármela? —me preguntó Paula.

—No, mami, tú modela —contesté—. Ve a bailar, puedo quedarme aquí con ella.

—¿Seguro? —asentí.

Se levantó y fue a bailar con su mamá en la pista. Me quedé arrullando a mi bebé intentando no despertarla.

—¿Y Paula? —su prima de hace un rato se sentó junto a mí.

Ojalá pudiera fingir que soy sordo.

—Bailando —respondí obvio, me sonrió incómoda.

—Qué intenso lo de hace rato, ¿no? —asentí tomando de mi cerveza—. Oye y tú, ¿no piensas regresar a los conciertos?

—Pues tengo que cuidar a Mel también, ni modo que deje a Paula sola.

—Ella tiene que entender que se casó con una joyota que tiene que regresar a los escenarios —fruncí el ceño—. Yo extraño ir a verte.

Alcé las cejas.

—¿Ibas a verme?

—Compré los VIP varias veces pero jamás me viste —contestó—. Pensé que tendría derecho a camerinos por ser de la familia.

Tomé de mi cerveza sin saber qué decir.

—O solo por bonita.

¡Ojalá Mel eligiera despertarse y llorar en este momento!

—Cuando regreses, ¿me invitas a un after?

Negué.

—Hace mucho que no voy a un after —contesté serio—. Desde que estoy con Paula prácticamente.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now