65.

2.5K 235 43
                                    


—Quería hablar contigo, Junior —mi voz temblaba, y sentía los nervios a flor de piel mientras luchaba por mantener la compostura.

—¿Qué pasó? —preguntó, frunciendo el ceño con evidente confusión.

—Vi que me bloqueaste y no podía comunicarme contigo, entonces... —traté de explicar, pero las palabras parecían atascarse en mi garganta.

—¿Para qué querías hablar conmigo? —me interrumpió, su tono era serio—. Tú misma dijiste que ya no querías seguir.

Me acerqué a él.

—Estaba enojada, Antonio —admití, sintiendo un nudo en la garganta—. Pero estoy muy arrepentida. Vine a pedirte perdón.

Asintió, pero su expresión seguía siendo completamente seria.

—Pues te perdono, Pau —alzó los hombros.

—Tú sabes a qué me refiero.

—No, no entiendo a qué te refieres, Paula —suspiró, recargándose en el asiento—. De un día para otro, decides que no me quieres, que no eres feliz conmigo, que tú y yo no debimos regresar.

Sentí cómo mis ojos se llenaban de lágrimas, luchando por contenerlas.

—Y ahora estás aquí —continuó—. Esperando que reaccione como si no hubieras dicho nada, como si yo tuviera que fingir que no me lastimó lo que dijiste.

—No tienes por qué ser así —respondí, sintiéndome vulnerable frente a su frialdad—. Vamos a hablar.

Pero él sacudió la cabeza con determinación.

—Mira, no quiero ser grosero, Paula —su tono era firme, pero no exento de compasión—. Pero si me pides que te olvide y logre distanciarme de ti, entonces aléjate también.

Mis lágrimas caían libremente ahora, incapaces de ser contenidas.

—Si yo no soy lo que quieres, como tú dijiste, me toca alejarme —prosiguió—. Pero te pido que me ayudes, porque así, teniéndote aquí, me parece imposible dejar de sentir cosas por ti.

Tragué saliva, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar mi dolor y arrepentimiento.

—Es que yo no quiero que nos dejemos —susurré entre sollozos.

—No te entiendo, Paula —suspiró, y su voz se quebró ligeramente—. No te entiendo, y ahora mismo, me gustaría que no estuvieras aquí.

La crueldad de sus palabras me cortó como un cuchillo, y sentí cómo mi corazón se desgarraba en mi pecho.

—Siempre termino siendo yo quien llega en las madrugadas a rogar por ti —confesó—. Pero tú nunca llegas. Y tal vez ese ha sido el problema: que sabes que yo, sin ti, no me veo.

—Yo tampoco me veo sin ti —balbuceé, luchando por controlar mis sollozos.

—Es distinto, Paula —suspiró, levantándose para quedar frente a mí—Siento que me condené a ser siempre el que tenga consideración y paciencia, sin recibir lo mismo

Sentí cómo su mano se posaba sobre mi mejilla, limpiando mis lágrimas con suavidad.

—Me cala mucho estarme despidiendo de ti y dejarte ir, pero siento que es lo que quieres y ni siquiera te has dado cuenta —sus palabras resonaron en mi.

Dejó un beso en mi mejilla, mientras analizaba cada centímetro de mi rostro como si quisiera memorizarlo.

—Mi Pau —dijo, pegándose a mí. Ambos sentíamos nuestra respiración, entrelazada en un abrazo de despedida que ninguno de los dos quería.

Mis lágrimas no podían contenerse, pero tampoco sabía cómo decirle que yo no quería despedirme. No podía detenerlo.

—Tú sabes cuánto te quiero —susurró, su mirada reflejando un torbellino de emociones—. Pero cuando sepas qué hacer con ello, entonces podremos seguir adelante.

Asentí con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna, y retiré su mano de mi rostro.

—No tengo nada más que hacer aquí, entonces —dije, con la voz quebrada por la angustia, antes de salir corriendo de la habitación, sin esperar una respuesta.

amigas íntimas: gracias por la cantidad de mensajes y comentarios que me han dejado en los últimos capítulos! 🥹🩷 siento tan bonito saber lo mucho que les gusta esto.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now