38.

3K 196 16
                                    

Así pasaron los días, Junior me llamaba diario al salir del estudio e íbamos a diferentes lugares a comer. Y solo hablábamos, no había siquiera contacto físico; él me contaba sobre sus ideas para el nuevo disco, y yo le hablaba sobre la universidad. 


Ninguno había tocado el tema de regresar o de qué pasaría entre nosotros. Aunque yo estaba bastante desesperada por saber lo que ocurriría, seguía sin entender a dónde íbamos y me negaba a que pasara lo mismo que la última vez. 

A veces intentaba acercarme un poco más, y es que tenerlo frente a mí y no poder besarlo me parecía un martirio. Pero él siempre evitaba el contacto y cambiaba de tema.

—¿Tienes algo que hacer ahora? —me preguntó, y yo negué mientras comía una papa—. ¿Me acompañas a ver casas?

Abrí los ojos sorprendida.

—¿Vas a comprar aquí? —asintió—. ¿Por qué?

—Ya me cansé de estar rentando, Pau —buscó al mesero con la mirada y pidió la cuenta—. Cuando llegué aquí pensé que solo serían meses, pero ahora creo que mientras tú vivas aquí, yo también lo haré.

Asentí tomando de mi jugo.

—Además, tu opinión es muy importante porque espero que seas quien más esté ahí conmigo.

Y tal como me lo pidió, pasamos toda la tarde viendo casas. Me parecían enormes para ser solo Junior quien viviría ahí.

—Son muchos cuartos —dije en voz baja cuando estábamos en las escaleras; él rió.

—Es para cuando tengamos muchos hijos —contestó en el mismo tono, le pegué en el hombro.

Caminé un poco para continuar viendo, pero sentí unos brazos en mi cintura, me abrazó desde atrás. Me estremecí ante su toque, tenía demasiado sin sentirlo tan cerca.

—¿O qué? ¿No quieres? —preguntó muy cerca de mi oído.

—Ni siquiera me quieres besar —lo miré a los ojos, y él solo rió.

—¿Quieres que te bese? —se acercó más a mí, sentí su respiración en mi mejilla.

—Si tú quieres, sí —mire sus labios.

Me estaba quemando por dentro. Por fin, después de tantos días estando juntos todo el tiempo, habrá más que solo una charla.

—No, quiero que me lo pidas —su tono de voz y la forma en la que me estaba mirando me estaban desesperando.

—Besame, Junior.

Nos acercamos aún más, nuestras narices estaban rozando y nuestras bocas estaban a milímetros.

—Señor Herrera? —habló desde el segundo piso el asesor.

—Creo que te buscan.

Él asintió y subió. Bufé frustrada, parecía que nada estaba a mi favor.




—Estoy agotada —dije tirándome al sillón; Junior se sentó junto a mí.

—Gracias por acompañarme —me miró—. ¿Te gustó alguna?

—Sí, pero el que debe decidir eres tú; tú vivirás ahí.

—Yo sé, pero si tú quieres, a mí me gustaría que después viviéramos los dos ahí.

No supe qué contestar.

—¿Quieres café? —él rió y asintió.

Me levanté y fui a la cocina. Era ahora o nunca, teníamos que hablar.

—Tú me debes algo —dijo entrando a la cocina.

Me volteé para verlo mejor.

—Ya no te acuerdas? —me preguntó y negué—. No importa, ahora te recuerdo.

Se acercó, puso una mano en mi cintura y con la otra tomó mi mejilla.

—¿Puedo? —me preguntó.

Podíamos hablar luego, pensé.

Y sin más, lo besé. Por fin, pude sentir de nuevo sus labios y sus caricias en mi cintura. Pude jalar de su cabello y sentir su respiración contra la mía.

Tomó de mis piernas para que las subiera a sus caderas y así él me cargara. Me sentó en el mueble de la cocina. Pude sentir que nuestro beso estaba subiendo de nivel, y yo estaba bastante contenta con ello.

Sentí sus manos colarse por debajo de mi blusa, me estremecí ante su tacto en mi piel.Y entonces pensé: Estefanía me va a matar si sabe que hicimos algo en la cocina.

—Vamos a mi cuarto, ¿sí? —pedí tomando de la nuca de Junior.

Él se separó de mí y me miró unos segundos para después suspirar, calmando su rápida respiración.

—No, Pau —dijo distanciándose de mí—. Esto está mal.

Mi calentura bajó en cuestión de segundos, lo miré confundida.

—¿Qué quieres decir? —pregunté—. ¿No quieres?

Él negó.

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now