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Junior's pov:

—Estoy agotado, wey —le dije a Nata mientras me tiraba en el sillón—Ahora si no he parado.

—¿Y si nos quedamos a dormir aquí?

—Tengo que llegar a cenar con mi morra —me tapé la cara—Ya me tengo que ir.

—Vamos a relajarnos un rato —negué con la cabeza.

—Ya conozco tus tipos de relajación y no quiero problemas con Paula.

Nata rió.

—Solo a cenar, verga.

Suspiré y asentí. Intenté prender mi celular para avisarle a Pau, pero ya no tenía pila. Lo conecté y me fui a cenar con Nata.

—Ya, wey, Paula me va a matar —dije al ver la botella llegar—. Quedamos que iba a ser tranqui.

—No te vas a emborrachar con un vaso, no seas pendejo, Junior.

Negué divertido.

—Tú me vas a defender de Paula, ¿eh?

—Tan fácil te dejas controlar —dijo sirviendo tequila en mi vaso.

Así, estuvimos cenando y tomando. Aunque en mi cabeza seguía pensando que debía apresurarme porque Paula me estaba esperando.

—Ya vámonos, wey —pedí mientras veía que pedía otra canción para cantar.

Me miró y suspiró.

—Vámonos, pues.

Llegamos al estudio de nuevo y, al prender mi celular, sentí estrés al ver los mensajes de Paula.

—Te lo dije, wey! —reclamé mostrándole mi celular a Nata—. Mira.

Inmediatamente comencé a responderle a Pau mensaje por mensaje.

—¡Marca tú también! —apure a Nata.

Al ver que no había respuesta, me levanté y tomé las llaves del coche.

—Ya me voy —me despedí—. Aunque sea a casa a esperarla.

—Bueno, avísame.

Asentí y salí de allí. Pasé por su cafetería favorita para comprar algo de cenar y llegué a casa a esperarla.

Qué estrés.

Perspectiva de Paula:

—Y llamé a Nata —dije tomando un sorbo de mi café.

—¿Y qué te dijo?

—Que Junior ya no tenía pila, dejó su celular en el estudio y fueron a tomar —contesté—. Pero ¿por qué no me lo dijo?

—Paula, dijiste que apenas llegó, te pusiste a llorar y a contarle lo que pasó —dijo Estef—. Creo que te alteraste demasiado.

Abrí la boca enojada.

—¿Por qué? —reclamé—. No me dijo dónde estaba.

—No tenía pila, Paula.

—Pero se fue a tomar.

—El pobre hombre no ha salido en meses, salió por primera vez sin ti y estás haciendo un drama.

—Fue el peor día de mi vida.

—Pero pudiste resolverlo —dijo Estef—. Junior está por sacar su álbum, ha estado muy estresado y lo único que hizo fue ir a tomar sin avisarte.

—Pues de todos modos ya terminamos.

Estefanía negó.

—Mira que yo soy la mayor crítica de Junior después de todo lo que hizo —me miró—. Pero ha sido un muy buen novio durante mucho tiempo, y tú lo sabes.

La ignoré y tomé otro sorbo de mi café.

—Ayer me hablaste de lo felices que estaban, no dejes que el enojo te haga olvidar tus últimos meses con él.

—No quiero pelear, Estef—me levante—Iré a dormir.

—Tu habitación está allí.

Me levanté y, después de prepararme para dormir, me acosté. Estaba cansada, y aunque estaba triste, mi enojo era más fuerte. Me negaba a volver a vivir algo como lo de antes.

Nunca más. Aunque realmente no podía dormir, llevábamos meses durmiendo juntos todas las noches, sin una sola noche de separación.

Perspectiva de Junior:

—Pues los dos son unos pendejos.

—Tampoco estás ayudando —me acosté en el sillón con mi cigarro en mano—. Me hizo enojar mucho lo que dijo.

Miré al techo.

—¿Cómo verga no he cambiado? —me quejé—. ¿O qué he hecho mal? Que me lo diga.

Suspiré.

—No es como si fuera el novio perfecto, pero te juro que he cambiado.

—Ya te dije, llámala y arreglen las cosas.

Negué.

—Me empezó a gritar y ni siquiera hice nada, ¡yo estaba dormido!

—No puedo creer que seas tan delicado, Junior.

—Ni siquiera llegó a dormir ayer, wey —me tapé la cara con las manos—. ¿Crees que realmente lo dejé ir?

—No, solo es una pelea y ya —contestó Nata—. Lo van a arreglar.

—¿Y si le explicas que no hice nada malo?—le pedí.

—Ya lo hice —bufé—. Pero no me dijo nada.

—No te va a creer, está empeñada en que estaba con otras morras —contesté—. Yo ya estaba hasta buscando anillo.

Le di una calada a mi cigarro y Nata rió.

—Que no se van a separar, verga —me regañó—. Apenas lleva un día y ya estás preparando los papeles de divorcio.

Sonreí negando.

—Qué aferrada es mi morra —suspiré—. Pero hasta cree que la voy a dejar ir, me costó mucho recuperarla como para soltarla así.

Seguimos jugando con el Xbox hasta que el tono de mi celular nos interrumpió.

—¿Pau? —dije apenas contesté.

—Voy para la casa.

Abrí los ojos de par en par; la sala olía a marihuana y todo estaba tirado. Además, vi a Nata recostado en el sillón.

—Sí, aquí te veo —me levanté mientras miraba a mi amigo.

—Voy por mis cosas.

Tragué saliva, ¿qué le pasaba?

—No sé por qué eres tan necia, Paula —suspiré—. Aquí te veo.

Colgué. En cuanto escuché su voz, sentí que mi corazón latía más fuerte de lo normal.

—Te vas a tener que ir —le dije a Nata—. Viene Pau para acá.

Nos apuramos a recoger y se fue. Me quedé solo en la sala esperando a Paula. Una hora después, sonó el timbre.

Al fin, pensé.

Abrí la puerta y ella ni me miró, solo entró con su maleta y subió rápidamente las escaleras.

—Qué terca —dije mientras subía las escaleras.

Me recargué en el marco de la puerta mientras la veía meter ropa en su maleta.

—¿Y qué? ¿Así ya es rápido? ¿Se acabó y listo? —pregunté—. ¿Tú crees que yo te voy a soltar así de rápido?

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now