82.

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—Me quiero divorciar —me imitó Junior—Mira nada mas dónde te tengo, chiquitita.

Carcajeé mientras me escondía en su pecho desnudo.

-Me hiciste enojar mucho, Antonio —dije riendo—. ¿Qué verga tenía que hacer mi esposo con otras morras?

Me dio un leve golpe en la espalda.

—¡Epa, esa boca, mami! —me regañó-.Cada vez eres más grosera.

—De tanto estar con ustedes —me recosté más en su pecho—. Pero es la verdad, ¿tú qué hubieras hecho si me hubiera ido con otros de fiesta?

—Hubiera ido por ti y te hubiera regresado para la casa.

—Ah, pues eso hice —dije sonriendo.

—Qué chiflada te tengo —me tapó más con la cobija—. Pero no, mami, a mí ya no hay nadie que me parezca más atractiva que tú.

Alcé las cejas.

—No te creo nada.

—Ninguna morra, ninguna, podría traerme así de enculado.

—Pues mi trabajo me costó —alcé los hombros.

—Y ahora yo creo que estoy más enamorado de ti que lo que tú has estado de mí alguna vez.

Negué.

—¿Qué, no te ha quedado claro cuanto te amo o qué? —le pregunté mientras acariciaba su cara con la yema de mis dedos.

—Me acaba de quedar claro con lo que acabamos de hacer.

Reí y pegué en su pecho.

—Hablo en serio, Junior —dí un beso en su frente—. Yo te pertenezco toda, cada centímetro de mí es tuyo porque te amo.

Tomé su cara entre mis manos y lo besé.

—Te amo desde la primera vez que te besé.

—¿Y con todo lo que te hice pasar? —rodé los ojos y sonreí.

—Con todo y eso -contesté—. Nunca dudes de cuánto te amo, mi amor, porque no hay nada que más adore en esta tierra que tú.

Junior sonrió y me abrazó más.

—Mi niña —acarició mi espalda y dio un beso en mi frente—. Te amo, te amo.

Un fuerte llanto de bebé interrumpió nuestro momento. Me queje levemente.

-¡Oye, ella también quiere ser parte del momento! —dijo Junior mientras se levantaba—. Voy por ella.

Lo vi ponerse el pantalón de pijama y salir del cuarto.Pronto regresó con Mel en brazos.

—Hola, mi vida —la saludé cuando Junior me la dio—. ¿Ya quieres comer?

—Tus papis casi se divorcian porque tu mamá está loca, mi amor —dio un beso en su frente.

Me reí tan fuerte que asusté a la bebé.

—¡Paula! ¡La espantaste! —me regañó riendo.

La tomó en brazos y comenzó a arrullarla.

—Además, a mí me encanta verte en tu papel de papá —me miró divertido.

—Y hace rato queriéndome dar el divorcio - me sacó la lengua.

—Estaba enojada, déjame en paz!

—Ni verga te hubiera dado el divorcio.

—¡No digas groserías! ¡Esta la niña aquí!

la cherry; junior hWhere stories live. Discover now