CAPÍTULO 11

325 62 22
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Tienes que estar bromeando

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Tienes que estar bromeando. —Nínive dejó sus brazos en alto—. ¿Un día más?

     La doctora De˗Ràzes cruzó sus brazos por encima de su pecho, por lo que Nínive comprendió que no había forma de cambiar la resolución.

     —Escucha. Entiendo tu frustración. Yo tampoco estoy feliz; se supone que debo entregar nuestro ensayo a Ginebra dentro de un mes, pero es una orden que no puedo quebrar... Ni yo ni tú —aclaró, con sus ojos bien abiertos—. ¿Te das cuenta que lo ocurrido ayer podría haberte desvinculado de la investigación? ¿Acaso no te tomas tu trabajo en serio?

     Sentada en la cama de su habitación, Nínive comenzó a sacudir un pie, un tic nervioso del cual nunca había conseguido deshacerse. Se levantó y merodeó por la habitación con sus maletas todavía armadas en un rincón.

     —¿De verdad pondrás en tela de juicio mi implicación en esto? —Se le escapó una sonrisa incrédula—. De˗Ràzes, te recuerdo que es mi pellejo el que está en juego...

     —Pues no lo parece.

     —¿Qué no lo...? ¡Ja! ¡¿Cómo iba a saber que, de todos los salones, usarían justo el que yo necesitaba?! Las probabilidades estaban a mi favor; generé una pequeña distracción para internarme allí adentro y trabajar, nada más. ¡Solo fue un poco de litio, por todos los cielos!

     La doctora se quedó viendo a Nínive, quien le había dado la espalda al quedarse frente a la ventana.

     —¿Has tomado la hidroxiurea?

     —Igual que cada día. —Hizo una pausa casi tan larga como la que había hecho De-Ràzes—. Había una chica asesinada sobre una mesa. Le faltaban los ojos.

     Los pasos de la doctora hicieron eco en la habitación hasta que quedó a su lado.

     —Pierrick me ha puesto al tanto. De haberlo sabido, te aseguro que habría situado la investigación en Suiza o algún otro sitio seguro.

     Nínive frunció el ceño.

     —¿Existe tal cosa para vosotros?

     La doctora De-Ràzes no contestó. Al no oír una palabra, Nínive la miró por el rabillo del ojo. Se encontraba ausente, perdida en el paisaje repleto de suaves ondulaciones verdes. Tomó un suspiro profundo antes de decir:

SangbìbiersWhere stories live. Discover now