CAPÍTULO 22

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Kina dio un respingo al oír la puerta abrirse de par en par.

—¡Ay, estoy harto del maldito perímetro de DeBlanckfort junior y compañía! —Jeff cerró la puerta y se dejó caer en la cama. Kina lo fulminó con la mirada al ver que arrugaba la colcha rosa—. ¡Tengo que caminar el doble por culpa de ese idiota!

Sentada frente a su escritorio, Kina no dejó de redactar en su laptop el documento con los temas que propondría en la reunión semanal del periódico. Ajustó sus gafas de lectura sobre el puente de su nariz antes de contestar:

—Me alegro de que hayas podido superar el hecho de que dos alumnos han muerto.

Jeff se ayudó de sus codos para elevar su cabeza y ver a Kina.

—¿En serio te parezco un desalmado, D'Agout? Vaya, tendré que ejercitar mi lado más sensible. —Volvió a dejarse caer sobre el colchón. Giró su cabeza y frunció el ceño al notar que Kina no despegaba sus ojos de la pantalla—. ¿Acaso hay reunión de prensa hoy, pese al asesinato? ¿No saben de algo llamado luto? Y después yo soy el desalmado...

Kina comprimió sus labios y asintió con su cabeza. La idea no le agradaba en nada; las reuniones de redacción siempre transcurrían por la noche, antes de que la imprenta se pusiera manos a la obra y después de las clases. Nunca le había molestado..., hasta ahora. Los comunicados del priorato eran extractos imprecisos que no revelaban, por ejemplo, cómo era que las víctimas habían sido escogidas por sus respectivos asesinos. ¿Eran siempre conocidos? ¿Por eso nunca percibían el peligro? ¿Tenía que preocuparse y temer de sus propios compañeros de clase? A Kina el escenario incierto le resultaba caótico, pero no quería sonar como una criatura miedosa, por lo que guardó todo en su pendrive, lo retiró de su laptop y apiló sus notas para guardarlas en el morral rosa junto a la silla.

SangbìbiersWhere stories live. Discover now