CAPÍTULO 50

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Pierrick vio el reloj de pared y se acercó a la mesa ovalada, donde todos los miembros del priorato aguardaban por las palabras que Salvatore les había dejado para leer en conjunto

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Pierrick vio el reloj de pared y se acercó a la mesa ovalada, donde todos los miembros del priorato aguardaban por las palabras que Salvatore les había dejado para leer en conjunto.

Como siempre, quebró el distinguido sello dorado de lacre, desplegó el papiro con mucho cuidado y, esta vez, lo leyó en voz alta:

Habéis ganado una difícil batalla. Felicidades.

Sin embargo, preparaos bien:

Cuando atacáis una colmena,

el enjambre furioso va tras de ti.

La guerra, recién comienza.

Norbert frunció el ceño.

-¿Qué significa eso? ¿Creéis que los Minoritarios se levantarán en armas?

Las voces se alzaron en disputa, con los miembros discutiendo números en materia de ejércitos, armamento e información. Sin embargo, todos callaron cuando notaron la mano en alto que había dejado el gran maestre.

-No sabemos con certeza lo que significa. Por ahora. Pero debemos confiar en que, sea lo que sea, acataremos cada profecía y velaremos por ellas. Confiemos en que nos guiarán a buen puerto señores. Confiemos en que nos regresarán la luz que perdimos siglos atrás.

-¿Cree usted que en verdad podremos ganar? -preguntó Jean-Paul.

-No es mi intención interrumpirle, Su Excelencia -le dijo LeBlanc a Pierrick-, pero yo estoy convencido de que contamos con la bendición de todos y cada uno de nuestros Dioses en estos momentos. -Sus ojos miel quedaron en los de Pierrick-. Así como también estoy convencido de que triunfaremos en esta o cualquier guerra.

Pierrick trazó una sonrisa imperceptible y asintió con su cabeza.

-Yo también lo creo, señor LeBlanc. También lo creo.

Una vez la reunión se dio por finalizada, Pierrick se quedó ordenando el cuartel. Se acercó al Verum Illustratum para cerrarlo con cuidado, pero aun así un papel cayó y osciló en el aire hasta caer sobre el suelo de piedra.

El gran maestre lo contempló con sus cejas enarcadas un instante, hasta que se agachó para recogerlo, y se sorprendió al comprender que se trataba de una pequeña nota de ocho palabras.

Allí, bajo la ventana, se encuentra la esperanza.

Totalmente extrañado por la falta de un sello o una fecha para abrir la nota, Pierrick se asomó a una de las ventanas abiertas del tercer piso y miró a su alrededor: a lo lejos, el helicóptero Alpha volaba de regreso a París. El cielo estaba despejado, los Pirineos mostraban un verde intenso, pero no halló señal alguna. Sin embargo, al mirar hacia abajo, las comisuras de sus labios se elevaron. Observó con sus manos entrelazadas cómo Bryce y DeBlanckfort se empujaban el uno al otro, y asintió con su cabeza al comprender que la abadía por fin obtendría un respiro después de tantos días tenebrosos.



SI TUVIERA QUE PASAR CRÉDITOS, ESTA SERÍA LA CANCIÓN XD

¡GRACIAS POR HABERNOS ACOMPAÑADO HASTA EL FINAL!

(DE LA 1ERA PARTE, POR SUPUESTO)

SangbìbiersWhere stories live. Discover now